Null SOUVERAIN en la efigie de Jorge V
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SOUVERAIN en la efigie de Jorge V

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Escultura Nzambi, Holo República Democrática del Congo / Norte de Angola Madera. Dimensiones: 29 x 19 x 3,8 cm Procedencia: Colección John J. Klejman, Nueva York (inv. n°11343) Colección privada estadounidense A partir del siglo XV, la iconografía cristiana penetró, influyó e irradió la creación artística en África Central a través del contacto con los europeos, especialmente con la conversión del soberano del reino Kongo, Nzinga. Reino kongo, Nzinga. Los objetos litúrgicos destinados a difundir la fe se extendieron, al tiempo que surgían nuevas formas artísticas y prácticas religiosas en el país kongo. Prueba de ello son objetos devocionales como crucifijos, representaciones de santos en marfil y excepcionales figuras de madera como la que se muestra aquí. Estas figuras enmarcadas, al igual que las pinturas cuya originalidad se revela gracias a sus grandes dimensiones, aparecieron probablemente en el siglo XVII, durante la segunda fase de la cristianización del reino por los misioneros capuchinos, llegados a la región en 1645. Según Albert Maesen, doctor en Historia del Arte y Arqueología y conservador del Museo del Congo Belga, estas imágenes recuerdan al crucifijo cristiano introducido por los capuchinos de la misión de Sainte-Marie de Matamba. Al igual que los crucifijos cristianos enmarcados y otras figuras de santos, estos paneles sagrados actuaban como amuletos protectores y se guardaban en casas llamadas nzo santu, como parte del culto nzambi. La figura, hermafrodita, adopta una postura convencional, tallada en la misma madera que el marco que la exhibe y la contiene. Los brazos y las piernas extendidos de la figura recuerdan la iconografía cristiana, mientras que su tratamiento plástico es característico del estilo holo: cabeza triangular, ojos almendrados, piernas cortas y dobladas. El significado sagrado de esta efigie se ve acentuado por el juego de espacios llenos y vacíos creado por el encuadre, que subraya el sutil equilibrio de la composición. Los vacíos calados ofrecen simbólicamente un camino hacia la elevación espiritual, sugiriendo la presencia divina más allá de cualquier representación material. Creador de un espacio de contemplación, el marco, sobre todo en el ámbito espiritual, "requiere evidentemente una proporción extremadamente fina de presencia y borramiento, de energía y contención si, en la esfera de lo visible, ha de servir de intermediario entre la obra de arte y su entorno, al que a la vez conecta y separa". (Georg Simmel, El marco y otros ensayos, 2003). Los marcos de las figuras Nzambi tienen una sobria composición rectangular, pero están decorados con finos motivos geométricos grabados en su superficie, lo que atestigua la ambigüedad de esta frontera visual que separa el mundo profano del sagrado.