EUGÈNE LAMI PARIS, 1800-1890

Guardia de a pie ordinaria del Cuerpo del Rey Acuarela sobre lápiz y realces blancos Firmada abajo a la derecha por Eug. Lami 41,7 x 37 cm Alumno de Horace Vernet (1789-1863), Eugène Lami prosigue su formación con el barón Gros (1771-1835) en la Escuela de Bellas Artes, en cuyo taller domina el uso del color. También conoció a Théodore Géricault (1791-1824) y, sobre todo, a Richard Parkes Bonington (1802-1828), quien le introdujo en la acuarela, su técnica preferida para el resto de su carrera. Fue uno de los fundadores de la Société des aquarellistes de France. Su talento como acuarelista le permitió perfeccionar la estética de sus dos pasiones: los trajes y los temas militares. En un primer momento, trabajó con su antiguo maestro, Horace Vernet, para realizar una obra de litografías titulada Collection des Uniformes des armées françaises de 1791 à 1814. Lami continuó con una segunda obra que documentaba los uniformes militares entre 1814 y 1824. Un ejemplo de acuarela que representa a un granadero de la Garde Royale, conservado en el Museo de Arte de la Universidad de Princeton (X 1967 - 34), es comparable al nuestro por la naturalidad de la postura y la atención a los detalles del uniforme. Estas obras contribuyeron en gran medida a su fama: acogido en la corte de Carlos X por la duquesa de Berry, se acercó a la familia de Orleans y se convirtió en el pintor oficial del rey Luis Felipe a partir de 1832. Éste le encargó numerosas escenas de la vida militar, que se expondrían en el Museo de Historia Francesa del castillo de Versalles. Fue también bajo la monarquía de julio cuando se convirtió en el ilustrador de veladas sociales, demostrando su talento para las escenas de género, hasta el punto de que Baudelaire le calificó de "poeta del dandismo oficial" en el Salón de 1846. Nuestras seis acuarelas reflejan estas múltiples pasiones que dan tantos aspectos a la obra de Lami: la escena de género se distingue por la presencia de dos soldados descansando, la escena militar se distingue por la marcha de los soldados hacia la batalla, mientras que la despreocupación se mezcla con el orgullo entre los soldados del primer plano. Así, las posturas se visten con uniformes hábilmente estudiados, mientras que los rostros ofrecen una psicología que huye definitivamente de lo arquetípico.