Null Mesa; Roma, siglo XIX.
Mármol, piedras duras y madera ebonizada.
Falta uno …
Descripción

Mesa; Roma, siglo XIX. Mármol, piedras duras y madera ebonizada. Falta uno de los apliques de bronce. Medidas: 75 x 51,5 cm (diámetro). Mesa redonda de madera ebonizada con apliques de bronce en las cuatro patas alabeadas. El tablero está decorado con piedras duras de colores que se combinan con pequeños micromosaicos que representan diferentes edificios de la ciudad de Roma. El arte del micromosaico floreció durante los siglos XVIII y XIX. El término fue acuñado por Sir Arthur Gilbert para referirse a los mosaicos realizados con pequeñas piezas de esmalte. El uso de pájaros era común en los mosaicos florentinos para representar las estaciones ya en el Renacimiento, haciéndose más frecuente durante el Barroco, como emblemas de la pureza y el alma. El arte del micromosaico nació en el Vaticano para hacer frente al deterioro de su colección de pinturas. Al darse cuenta de que los mosaicos arquitectónicos conservaban su color con el paso del tiempo, los talleres papales empezaron a experimentar con la técnica del mosaico de vidrio para reproducir las obras maestras. El Vaticano guardó el secreto de la fórmula que permitía una reproducción exacta con micromosaicos cuya matidez y calidad cromática hacían que la copia no se distinguiera de la pintura original. Ya en el siglo XIX empezaron a proliferar en Roma talleres privados en respuesta a la demanda del mercado turístico. Los mosaicos comerciales se comercializaron en una gran variedad de piezas decorativas. Muchos de ellos se conservan en el Museo del Hermitage de San Petersburgo, en la Colección Gilbert de Londres y en el propio Vaticano.

Mesa; Roma, siglo XIX. Mármol, piedras duras y madera ebonizada. Falta uno de los apliques de bronce. Medidas: 75 x 51,5 cm (diámetro). Mesa redonda de madera ebonizada con apliques de bronce en las cuatro patas alabeadas. El tablero está decorado con piedras duras de colores que se combinan con pequeños micromosaicos que representan diferentes edificios de la ciudad de Roma. El arte del micromosaico floreció durante los siglos XVIII y XIX. El término fue acuñado por Sir Arthur Gilbert para referirse a los mosaicos realizados con pequeñas piezas de esmalte. El uso de pájaros era común en los mosaicos florentinos para representar las estaciones ya en el Renacimiento, haciéndose más frecuente durante el Barroco, como emblemas de la pureza y el alma. El arte del micromosaico nació en el Vaticano para hacer frente al deterioro de su colección de pinturas. Al darse cuenta de que los mosaicos arquitectónicos conservaban su color con el paso del tiempo, los talleres papales empezaron a experimentar con la técnica del mosaico de vidrio para reproducir las obras maestras. El Vaticano guardó el secreto de la fórmula que permitía una reproducción exacta con micromosaicos cuya matidez y calidad cromática hacían que la copia no se distinguiera de la pintura original. Ya en el siglo XIX empezaron a proliferar en Roma talleres privados en respuesta a la demanda del mercado turístico. Los mosaicos comerciales se comercializaron en una gran variedad de piezas decorativas. Muchos de ellos se conservan en el Museo del Hermitage de San Petersburgo, en la Colección Gilbert de Londres y en el propio Vaticano.

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