Atribuido a Henry Ferguson (La Haya, 1665 - Toulouse, 1730) Capricho arquitectónico con una gruta junto a una bahía y antiguos bajorrelieves Óleo sobre su lienzo original 36 x 44,5 cm Principios del siglo XVIII En un bello marco tallado y dorado de la época Luis XIV Nacido en Holanda, hijo del pintor de juegos escocés William Gouw Ferguson, -con quien se le ha confundido a menudo-, Henry Ferguson sigue siendo poco conocido, a pesar de la presencia de sus obras en varios museos. Este singular artista estuvo activo en Inglaterra y Francia antes de establecerse en Toulouse, donde se casó con la hija del pintor languedociano Jean-Baptiste Despax. Se sabe que tuvo la oportunidad de colaborar con Antoine Watteau. Sus obras se caracterizan por una especie de romanticismo oscuro antes de tiempo, por un aspecto tenebroso que se ve reforzado por la presencia de cuevas con iluminación sepulcral, de paredes rocosas cortadas por un arco por el que aparece un templo o, como aquí, una bahía. Otro rasgo distintivo es la cita obsesiva de restos antiguos, estelas, tumbas, capiteles, obeliscos, que atestiguan una "ciencia de la antigüedad" sin duda adquirida durante una estancia en Roma. Así, podemos reconocer en nuestro cuadro el bajorrelieve con Amor y Psique que adorna un cuadro de Ferguson de la antigua colección Authamayou de Toulouse (catálogo de la exposición Les collectionneurs toulousains du XVIIIe siècle, 2001, página 156). La gigantesca urna junto a un grupo de esculturas, el azul intenso de la bahía marina, los cisnes dibujando arabescos blancos en contraste, crean un efecto surrealista antes de tiempo.