Bernard BOUTET DE MONVEL ( 1881-1949) Retrato de Consuela "Consie" Vanderbilt, 1936 Óleo sobre lienzo, 40 x 25 cm con un monograma en la parte superior derecha: "BBM Procedencia: Colección privada. Se entregará al comprador un certificado del Sr. Stéphane-Jacques ADDADE, miembro de la Cámara Europea de Expertos en Arte. En diciembre de 1935, William K. Vanderbilt, Jr (1878-1944), un magnate de la construcción naval y del ferrocarril apodado "el comodoro" como su bisabuelo, encargó a Bernard Boutet de Monvel que pintara su retrato. Para pintarlo, el artista se dirigió a Miami, a la Base Alva, una vasta propiedad en la isla Terminal Fisher donde el Alva, un yate de 264 pies bautizado por el comodoro en honor a su madre, fue amarrado e inaugurado en 1931. Su retrato de cuerpo entero muestra a William K. Vanderbilt, Jr. delante de su yate, mientras que su retrato de perfil, pintado en la misma época por Bernard Boutet de Monvel para preparar la exposición "Perfiles", le muestra delante de la mansión de estilo español que el arquitecto Maurice Fatio (1897 - 1943) acababa de construir en la propiedad. Es esta misma mansión de Alva Base la que sirve de telón de fondo al retrato, probablemente ejecutado con gracia dado su tamaño, de la segunda hija del Comodoro, Consuelo "Consie" Vanderbilt (1903-2011), que acababa de divorciarse del Sr. Earl E.T. Smith y volvía a vivir con su padre. De unos 33 años, la modelo posa de perfil, como para subrayar su asombroso parecido con esa otra Consuelo, su tía, Consuelo Vanderbilt-Balsan (1877-1964), la famosa duquesa de Malbourough tan admirada y retratada unos años antes por John Singer Sargent, Giovanni Boldini o Paul César Helleu. "Consie" Vanderbilt lleva un pañuelo con amplias rayas rojas y blancas atado en una pañoleta. Este pañuelo de moda, que recuerda al que lleva la señorita Jacqueline Delubac en la escena de la cena de la película Désiré (1937) de Sacha Guitry, es el tema principal del cuadro. Ofrece a Bernard Boutet de Monvel el placer, alejándose de una paleta convencional, de demostrar su vertiginoso virtuosismo en el tratamiento de los pliegues de la seda, su volumen, la deformación de sus rayas, así como en el juego de la luz sobre su materia. Unas semanas más tarde, la modelo se reuniría con su pintor en su estudio de Nueva York para descubrir el retrato de su padre y encargar uno de su hija, antes de cambiar de opinión, alegando que "no podía permitirse" tal gasto; excusa que provocaría este divertido comentario de Bernard Boutet de Monvel: "¡Completa mi colección de millonarios hambrientos con la señora Rockefeller! "