FOURNIER

JEAN-CLAUDE FOURNIER LOS CABALLOS DEL VIENTO Segunda parte, Dupuis 2012 Cubierta original. Firmado. Acuarela y tinta china sobre papel 30,8 × 40 cm (12,13 × 15,75 pulg.) En 2008 se publicó el primer volumen de Los caballos del viento, un drama familiar, imaginado por Lax y dibujado por Jean-Claude Fournier, ambientado en el corazón del Himalaya durante la segunda mitad del siglo XIX. Al final del volumen, Cathay, uno de los personajes principales, se desploma por agotamiento, dejando caer sus instrumentos destinados a cartografiar las regiones aún desconocidas de la cordillera. Entonces, Kansa, un oficial de policía nepalí, fue tras él. Los lectores tendrán que esperar un poco más para conocer el resto de la historia. Cuatro años para ser exactos. Tiempo para reunir la documentación necesaria y afinar cada detalle. Como extra, Fournier proporciona una espléndida ilustración de portada para esta segunda parte, todo en tensión. Tethang, un pueblo fortificado en la ladera de un acantilado, parece a la vez cercano e inaccesible. Cathay es encarcelado allí, acusado de ser un espía de los británicos. Su hijo, Resham, se sitúa en una roca y observa el lugar. ¿Cómo llegar? Sea cual sea el medio, el joven no duda en correr cualquier riesgo para llegar hasta su hijo mayor y liberarlo, con la esperanza de conducirlo hasta su madre moribunda. En el cielo flotan los "caballos del viento", estos paños de oración unidos por un hilo. Jugando con la verticalidad de la montaña, la curva de las banderas y un zapato a la derecha de la figura, Fournier completa la imagen en acuarela, utilizando dos tonos distintos, un amarillo y un malva. El resultado es puramente espectacular. Mientras investigaba los reinos del Himalaya, me llamó la atención la belleza de ciertos lugares. En particular, estas viviendas del acantilado. La gente estaba a salvo de todo en estos lugares aislados del mundo. Me encantan estas cosas ligeramente irregulares, estas casas que encajan unas con otras. Tenía que sacar ese lado vertiginoso, esa verticalidad, esa sensación de vacío, esa soledad. He utilizado deliberadamente dos colores complementarios, este amarillo y este morado. No se trataba de hacer una simple ilustración, esta imagen tenía que contar una historia. J.-C.F.