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SOPHIE RYDER (Londres 1963-vive y trabaja en Cirencester) Crawling (maqueta). 1998. Bronce, pátina verde. En el interior del muslo izquierdo con la firma incisa, la fecha y la numeración: Ryder 98 1/9. 23,5 × 34 × 11 cm. Procedencia: - Estudio del artista. - Colección privada Suiza. "Esculpo personajes y seres - los perros, las liebres, los minotauros - son todos personajes más allá de la forma animal. No me interesa hacer una réplica. Si pusieras una liebre de verdad al lado de una de las mías verías grandes diferencias". Sophie Ryder Al contemplar las criaturas híbridas animal-humano de Sophie Ryder, uno queda inmediatamente impresionado por la estrecha conexión que la artista establece entre la mitología y la vida humana, sus emociones y deseos. El artista transforma poco a poco al violento y fuerte Minotauro de la mitología griega en un cariñoso protector. Con la antropomórfica "Ladyhare", que representa la lujuria y la fertilidad, Ryder no tarda en crear una digna compañera para el Minotauro. De importancia elemental es que la cabeza de forma libre de la Ladyhare, al igual que las demás cabezas de las criaturas fantásticas de Ryder, funciona simplemente como una máscara. El propio cuerpo de la conejita sirve de plantilla. En consecuencia, cabe suponer que Ryder se está retratando a sí mismo. Al poco tiempo, el apasionado criador de perros también crea el "Dogman", que está estrechamente relacionado con la liebre hembra. Con sus obras, Sophie Ryder quiere transmitir al espectador una emoción humana momentánea de forma imperecedera. La singularidad de Ryder radica en su capacidad para transmitir la variedad de emociones humanas únicamente a través del lenguaje corporal, ya que el rostro humano y las sensaciones instintivas que nuestras caras pueden transmitir quedan enmascaradas. Con sus obras emblemáticas, la artista intenta captar casi todos los aspectos del ser humano: La vulnerabilidad, el cansancio, el hambre, la felicidad, los celos, el dolor, el amor, el miedo, el humor y la sexualidad. Arrastrándose a cuatro patas, enfrentándose atentamente y mirándose en un espejo, las presentes obras de bronce de 1998-99, que parecen tan misteriosas como familiares, invitan al espectador a una animada interacción.

zurich, Suiza