Null EUGENIO LUCAS VELAZQUEZ (Madrid, 1817-1870)
"Retrato de una joven con manti…
Descripción

EUGENIO LUCAS VELAZQUEZ (Madrid, 1817-1870) "Retrato de una joven con mantilla". Óleo sobre lienzo firmado. Tamaño: 67 x 53 cm; 78 x 63 cm (marco). Lucas Velázquez es, sin duda, el artista romántico español que mejor entendió el arte de Goya, convirtiéndose en el más importante y apasionado seguidor del universo goyesco tras la muerte del gran artista aragonés, cuya esencia logró asimilar hasta el punto de dificultar en algunas ocasiones la correcta atribución de algunas obras poco estudiadas. Mencionado desde el siglo XIX como Eugenio Lucas Padilla o Eugenio Lucas el Viejo y como natural de Alcalá de Henares, en realidad nació en Madrid el 9 de febrero de 1817. Comenzó su formación artística como alumno de la Academia de San Fernando, aunque, descontento con el frío clasicismo de la enseñanza académica, prefirió estudiar directamente a los grandes genios de la pintura española y en el Museo del Prado copió a Velázquez y, sobre todo, a Goya, cuya obra marcaría definitivamente el estilo y la personalidad creativa de este artista. Lucas encontró en las composiciones de Goya un extraordinario filón en el que desarrollar una pintura imaginativa de pasiones desatadas, visiones fantásticas y escenas de intenso dramatismo en el más genuino espíritu romántico, principalmente escenas de la Inquisición, brujería, hechicería, romerías, manolas y toros, todo ello aprendido de Goya y que constituye el núcleo más interesante de su prolífica carrera artística. En 1850 pintó también el techo del Teatro Real de Madrid, que ya no existe, y posteriormente la reina Isabel II le nombró pintor de cámara honorífico y caballero de la orden de Carlos III. Retrato femenino de medio cuerpo sobre fondo neutro. La dama, con la raya del pelo en medio, lleva un vestido oscuro y unos pendientes largos. Sostiene una rosa en sus manos mientras mira directamente al espectador, involucrándolo así. La blancura de los tonos de la piel de la modelo destaca sobre el vestido oscuro. Aunque se trata de un retrato muy sencillo, sin adornos, la composición tiende a ser dinámica, gracias a las marcadas líneas curvas generadas por la postura del brazo y la disposición del manto que cubre a la modelo.

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EUGENIO LUCAS VELAZQUEZ (Madrid, 1817-1870) "Retrato de una joven con mantilla". Óleo sobre lienzo firmado. Tamaño: 67 x 53 cm; 78 x 63 cm (marco). Lucas Velázquez es, sin duda, el artista romántico español que mejor entendió el arte de Goya, convirtiéndose en el más importante y apasionado seguidor del universo goyesco tras la muerte del gran artista aragonés, cuya esencia logró asimilar hasta el punto de dificultar en algunas ocasiones la correcta atribución de algunas obras poco estudiadas. Mencionado desde el siglo XIX como Eugenio Lucas Padilla o Eugenio Lucas el Viejo y como natural de Alcalá de Henares, en realidad nació en Madrid el 9 de febrero de 1817. Comenzó su formación artística como alumno de la Academia de San Fernando, aunque, descontento con el frío clasicismo de la enseñanza académica, prefirió estudiar directamente a los grandes genios de la pintura española y en el Museo del Prado copió a Velázquez y, sobre todo, a Goya, cuya obra marcaría definitivamente el estilo y la personalidad creativa de este artista. Lucas encontró en las composiciones de Goya un extraordinario filón en el que desarrollar una pintura imaginativa de pasiones desatadas, visiones fantásticas y escenas de intenso dramatismo en el más genuino espíritu romántico, principalmente escenas de la Inquisición, brujería, hechicería, romerías, manolas y toros, todo ello aprendido de Goya y que constituye el núcleo más interesante de su prolífica carrera artística. En 1850 pintó también el techo del Teatro Real de Madrid, que ya no existe, y posteriormente la reina Isabel II le nombró pintor de cámara honorífico y caballero de la orden de Carlos III. Retrato femenino de medio cuerpo sobre fondo neutro. La dama, con la raya del pelo en medio, lleva un vestido oscuro y unos pendientes largos. Sostiene una rosa en sus manos mientras mira directamente al espectador, involucrándolo así. La blancura de los tonos de la piel de la modelo destaca sobre el vestido oscuro. Aunque se trata de un retrato muy sencillo, sin adornos, la composición tiende a ser dinámica, gracias a las marcadas líneas curvas generadas por la postura del brazo y la disposición del manto que cubre a la modelo.

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