Escuela italiana; siglo XVII. "Las lágrimas de San Pedro". Óleo sobre lienzo. Presenta restauraciones y repintes en la superficie pictórica. Medidas: 74 x 59 cm. El artista de esta obra simula un marco ovalado en el perímetro de la obra, de manera que el tema principal queda mucho más enfatizado y teatralizado. En el centro de la imagen y en primer plano, fuertemente iluminado, se encuentra el busto de San Pedro sobre un fondo oscuro y neutro, que realza la corporeidad de la figura y al mismo tiempo ayuda a centrar la atención en ella. San Pedro está llorando, mirando al cielo. En esta imagen, el artista opta por una representación sobria basada en el sentimiento y el patetismo de la actitud del protagonista. San Pedro se muestra ante el espectador sin sus atributos iconográficos, como las llaves, e incluso sin la presencia del gallo, habitual en la representación del tema de las lágrimas de San Pedro, ya que ayuda a establecer un contexto temporal del relato bíblico, en el que San Pedro ya había negado a Cristo tres veces. Según el profesor Pérez Sánchez, parece que El Greco fue el primer artista que dio forma independiente a este tipo iconográfico de Las lágrimas de San Pedro, que, por su capacidad de expresar con intensidad dos de los aspectos fundamentales de la reforma tridentina, el arrepentimiento y la penitencia, fue especialmente popular en la España barroca. La obra de El Greco, pintada en la década de 1580 y conservada en el Museo Bowes de Inglaterra, combina la imagen del arrepentimiento de San Pedro en primer plano, de medio cuerpo y con las manos juntas, con un fondo de paisaje en el que se ve la Resurrección de Cristo en un primer plano muy lejano. San Pedro (Betsaida, c. 1 a.C. - Roma, 67) fue, según el Nuevo Testamento, un pescador, conocido como uno de los doce apóstoles de Jesús. La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer Papa, basándose, entre otras cosas, en las palabras que le dirigió Jesús "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Se puede decir que San Pedro fue el confesor de Jesús, su discípulo más cercano, estando ambos unidos por un vínculo muy especial, como se narra en los Evangelios canónicos y apócrifos.