Germaine INGHELBECHT de soltera PERRIN (1892- ?) tercera esposa del director de orquesta D.-E Inghelbrecht. Unas 120 L.A.S. "P." o "Pilon", [1922-1932], a Colette Steinlen; unas 250 páginas en varios tamaños, algunos sobres (algunas cartas incompletas). Amplia correspondencia con la primera esposa de Inghelbrecht. [Germaine Perrin, apodada Pilon, estaba muy unida a Marguerite Steinlen, apodada "Biche", y a Colette Steinlen, hija del pintor y prima de Marguerite. También fue la tercera esposa de Désiré-Émile Inghelbrecht (se casaron en 1941, un año antes del nuevo matrimonio de Colette Steinlen, la primera esposa de Inghel, con Roger Désormière). Una larga correspondencia entre dos grandes amigos, principalmente sobre su vida cotidiana, sus amistades, sus amores, Inghelbrecht, Désormière, el pintor Théophile-Alexandre Steinlen, Marguerite Steinlen, etc. "Querida señora, aprovecho mi paso por delante de una oficina de correos para escribirle una carta de amor... usted es la amiga más adorable del mundo, todo lo que poseo de más preciado, de incalculable valor. Buenas noches, hasta mañana. (18 de mayo de 1924). "Inghel está en la playa. Hemos tenido dos días muy malos. Me reprochó haber "cambiado" y haber previsto un futuro sin él. Quería, exigía, que le dijera lo que pensaba. A lo que le contesté que, efectivamente, deseaba tener un hombre libre en mi vida -y que nunca había pensado que pudiéramos permanecer unidos eternamente-, de ahí su cataclismo interior -y todo lo que sigue-, realmente estoy empezando, por fin, a estar harto de su estrechez de miras. Es lamentable pero cierto. Tengo una extraña sensación en mi interior, como si fuera hacia otra cosa, hacia más espacio -es extraño- en cualquier caso, mi tortura con Inghel ha terminado" (8 de agosto de 1932). Su tierna relación con Marguerite Steinlen: "En Lonay: el agua transparente, fría y ligeramente agitada [...] encontró el pobre y apretado corazón de mi lamentable cierva. Ay, ay... cómo la compadezco. Siento en el fondo, tan fuertemente como siempre, esta necesidad imperiosa de tenerme para mí. La soledad, el descanso, nada es bueno para ella, todo es desesperación. ¿Qué puedo hacer? Si la veo demasiado, y con demasiada amabilidad, le hago daño. Si no la veo también le hago daño. [...]. Tu padre no me parece malo". (viernes 20 de julio). Se adjunta la correspondencia cruzada entre Germaine Perrin y su padre R. Perrin en Lausana, 1927-1928.