DUMAS père Alexandre (1802-1870).

MANUSCRITO autógrafo "Al Dumas", Correspondencia, [Nápoles agosto 1862}; 8 páginas y media in-4 en 9 ff. de papel azul montado en ff. de papel Ingres buff, el conjunto encuadernado en un vol. n-4 de medio becerro negro con esquinas, doble filete dorado sobre tablas de percalina frambuesa. Editorial sobre el Risorgimento para su periódico napolitano L'Indipendente, en el que se publicó el 7 de agosto de 1862 (nº 68). Dumas comienza reproduciendo dos cartas: "Una, como veremos, nos acusa de ministerialismo, la otra de socialismo". Y precisa: "cuando la revolución salió de Génova, desembarcó en Marsala, tomó Palermo, conquistó Sicilia, cruzó el Estrecho, sorprendió a Nápoles, asedió Capua, marchó hacia Roma, fue entonces cuando hubo que dejarla hacer", como un "asunto del pueblo [...] El señor Cavour no quiso. El Sr. Cavour había soñado con una pequeña Italia, no del tamaño de la antigua Roma, sino del tamaño de la diplomacia moderna, compuesta por Lombardía, Parma, Toscana, Módena y un poco de Romaña. Era su Italia: triplicaba al Piamonte, eso le bastaba. Entonces llegó un hombre -que vio más allá que él, que abrazó un horizonte más amplio- que soñó con otra Italia -la verdadera - la grande - la única Italia. Este hombre era GARIBALDI". Dumas analiza el curso de la unificación italiana: "Por un momento, a pesar de las simpatías del Rey y de la Nación, el Gabinete de Turín tuvo la esperanza de que la expedición de Sicilia fracasara. Tuvo éxito -diez millones de hombres con los que nadie había contado se reunieron con Italia- Garibaldi, con el doble prestigio de la revolución y de la victoria, marchó sobre Roma. [...] La revolución es ahora un poder reconocido - es el grito del derecho contra la tiranía. [...] Pero entonces qué fue de M. Cavour. Ya no era el gran ministro de un pequeño estado. Era el pequeño ministro de una gran nación. La diplomacia dio paso a la revolución"... En cuanto a NAPOLEÓN III, "había decidido en Villa Franca que Italia sería gobernada por una federación de príncipes presidida por Pío IX. Italia decidió lo contrario -y Napoleón III, acogiendo el voto universal al que él mismo debía el trono- reconoció el gran principio, que, como todo lo que es simple y correcto, tardó siglos en surgir. - El gobierno de uno mismo por uno mismo"... Etc. Procedencia: Giannalisa Feltrinelli (placa de libro; venta de Christie's, París, 11 de diciembre de 2001, lote 1918).