Null Joan MIRÓ (1893-1983)

Mis mejores deseos, 1957

Técnica mixta, tinta china…
Descripción

Joan MIRÓ (1893-1983) Mis mejores deseos, 1957 Técnica mixta, tinta china y lápiz de cera sobre papel, firmado y fechado 1/57 abajo a la derecha y anotado. 21 x 24,5 cm Procedencia : - Colección privada Se entregará al comprador un certificado de ADOM con fecha 7 de diciembre de 2017 En un artículo Comment regarder un tableau de Miro, publicado en Le Figaro el 5 de marzo de 2011, Véronique Prat hace una excelente aproximación a la pintura de Miró y, aunque habla de un óleo, este texto se aplica perfectamente a nuestra obra: "La línea, fina como un hilo, invade la superficie, pasa, pasa una y otra vez y se cruza, ininterrumpidamente, dando un ritmo musical al conjunto. La soltura que se desprende de estos lienzos es sólo aparente, como confiesa Miró: "Fue un trabajo largo y extremadamente arduo. Algunas formas exigían que otras las contrarrestaran. Éstas, a su vez, reclamaron otras nuevas. Parecía interminable. Día tras día, añadí puntos, estrellas, manchas de color para llegar finalmente a un equilibrio armonioso y complejo. A través de esta relación con el espacio, Miró cuestiona la condición humana, que, como escribió Pascal, "se encuentra retenida entre los dos infinitos que la encierran y la huyen". "¿Cuánto tiempo has tardado en hacer este cuadro?", le preguntó una vez un visitante a Miró, dando a entender que un niño podría haber hecho lo mismo. "Más de cuarenta años y unos diez minutos", respondió el pintor.

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Joan MIRÓ (1893-1983) Mis mejores deseos, 1957 Técnica mixta, tinta china y lápiz de cera sobre papel, firmado y fechado 1/57 abajo a la derecha y anotado. 21 x 24,5 cm Procedencia : - Colección privada Se entregará al comprador un certificado de ADOM con fecha 7 de diciembre de 2017 En un artículo Comment regarder un tableau de Miro, publicado en Le Figaro el 5 de marzo de 2011, Véronique Prat hace una excelente aproximación a la pintura de Miró y, aunque habla de un óleo, este texto se aplica perfectamente a nuestra obra: "La línea, fina como un hilo, invade la superficie, pasa, pasa una y otra vez y se cruza, ininterrumpidamente, dando un ritmo musical al conjunto. La soltura que se desprende de estos lienzos es sólo aparente, como confiesa Miró: "Fue un trabajo largo y extremadamente arduo. Algunas formas exigían que otras las contrarrestaran. Éstas, a su vez, reclamaron otras nuevas. Parecía interminable. Día tras día, añadí puntos, estrellas, manchas de color para llegar finalmente a un equilibrio armonioso y complejo. A través de esta relación con el espacio, Miró cuestiona la condición humana, que, como escribió Pascal, "se encuentra retenida entre los dos infinitos que la encierran y la huyen". "¿Cuánto tiempo has tardado en hacer este cuadro?", le preguntó una vez un visitante a Miró, dando a entender que un niño podría haber hecho lo mismo. "Más de cuarenta años y unos diez minutos", respondió el pintor.

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