Null El Soberano II

Raro modelo de resina epoxi para la escultura monumental ex…
Descripción

El Soberano II Raro modelo de resina epoxi para la escultura monumental expuesta en la Bienal de Venecia en 1972 46x27x20cm "¿Y si Delfino utilizara la anamorfosis para pasar del signo-objeto a un mítico a una narrativa mítica para nuestra época contemporánea? ¿Visionario, entonces? A la luz de sus esculturas recientes y futuras, aparece como el que crea el hombre del mañana suplantando al hombre de hoy, al que miraremos como el vestigio de nuestra civilización desaparecida. ¿Qué más nos dice este personaje, un clon enmascarado, cubierto de tuberías, que emerge de un magma que sugiere a la vez lo vegetal, lo mineral, un animal atrapado en los meandros de los que surge una figura humana antropomórfica, víctima de sus propios experimentos científicos, que se ha vuelto inidentificable y de ese modo monstruosa? Este Scaphandrier des ténèbres (Buzo de las tinieblas), lleno de amenazas y misterio, encarna una fuerza vital. Anima la materia fúnebre y espléndida de este universo negro y sin luz. El simbolismo, combinado con el expresionismo, identifica un teatro de interrogación fértil con elegantes hallazgos en la ignorancia de los monstruos que engendran. La noche con las alas desplegadas desencadena un movimiento fatal, reversible al evocar un ritmo ascendente. ¿O se trata de un árbol como una horca que se asocia a figuras cuya forma evoca a un gigante, un astronauta con casco y caparazón, rodeado de lianas, plantas eróticas, cuyos vaciados de resina acrílica consiguen simular la fisiología fantástica de las deidades vinculadas a las fuerzas naturales? Sea como sea, el lenguaje del escultor es decididamente voluptuoso.

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El Soberano II Raro modelo de resina epoxi para la escultura monumental expuesta en la Bienal de Venecia en 1972 46x27x20cm "¿Y si Delfino utilizara la anamorfosis para pasar del signo-objeto a un mítico a una narrativa mítica para nuestra época contemporánea? ¿Visionario, entonces? A la luz de sus esculturas recientes y futuras, aparece como el que crea el hombre del mañana suplantando al hombre de hoy, al que miraremos como el vestigio de nuestra civilización desaparecida. ¿Qué más nos dice este personaje, un clon enmascarado, cubierto de tuberías, que emerge de un magma que sugiere a la vez lo vegetal, lo mineral, un animal atrapado en los meandros de los que surge una figura humana antropomórfica, víctima de sus propios experimentos científicos, que se ha vuelto inidentificable y de ese modo monstruosa? Este Scaphandrier des ténèbres (Buzo de las tinieblas), lleno de amenazas y misterio, encarna una fuerza vital. Anima la materia fúnebre y espléndida de este universo negro y sin luz. El simbolismo, combinado con el expresionismo, identifica un teatro de interrogación fértil con elegantes hallazgos en la ignorancia de los monstruos que engendran. La noche con las alas desplegadas desencadena un movimiento fatal, reversible al evocar un ritmo ascendente. ¿O se trata de un árbol como una horca que se asocia a figuras cuya forma evoca a un gigante, un astronauta con casco y caparazón, rodeado de lianas, plantas eróticas, cuyos vaciados de resina acrílica consiguen simular la fisiología fantástica de las deidades vinculadas a las fuerzas naturales? Sea como sea, el lenguaje del escultor es decididamente voluptuoso.

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