Emil Nolde
Emil Nolde
El Viejo Extraño
1938-1945
Acuarela y colores opacos sobre fino papel japonés hecho a mano. 22,5 x 17,7 cm. Enmarcado bajo cristal. Firmado "Nolde" en tinta negra en la parte inferior derecha. - En muy buen estado.
Con un fotoperitaje de Manfred Reuther, Klockries, fechado el 19 de marzo de 2022. La obra figura en su archivo con el nº "Nolde A - 235/2022".
Procedencia
M. Knoedler & Co. Nueva York (en el reverso del marco con la etiqueta); Fischer Fine Art Ltd, Londres (en el reverso del marco con la etiqueta); Galerie W. Utermann, Dortmund (en el reverso del marco con la etiqueta); colección privada de Renania del Norte-Westfalia; desde entonces en posesión de la familia.
Exposiciones
San Francisco 1981 (Modernismo: Arte del siglo XX), Expresionismo alemán (en la parte posterior del marco con la etiqueta)
Los llamados "Cuadros sin pintar", que Emil Nolde creó entre 1938 y 1945, suelen inspirarse en escenas teatrales. En obras de pequeño formato pero de gran colorido, Nolde se concentró en grupos de figuras caracterizadas por imaginativos trajes, afectos y caprichosas tipificaciones, que en su mayoría eluden una interpretación motivacional concreta. "El Viejo Extraño" domina la composición como un hombre barbudo con traje oriental. Frente a él hay dos figuras femeninas, una de frente al espectador y otra de espaldas, con la cabeza girada de perfil. La representación se desarrolla íntegramente a partir del color y alcanza una intensidad radiante que parece iluminar el espacio pictórico. La paleta se limita a los colores primarios amarillo, rojo y azul, sutilmente complementados por dos tonos de marrón. Las escasas líneas de contorno sólo perfilan vagamente los cuerpos, pero los rostros están elaborados con detalle y caracterizan las ambivalencias de las tres personas con una precisión asombrosa: por un lado, la sonrisa amable del anciano, que se ve contrarrestada por la zona de los ojos endemoniadamente ensombrecida y que le confiere algo imprevisible; por otro lado, las figuras femeninas, tímidamente reservadas pero fascinadas. La apasionada relación de Nolde con el color y la maestría con la que lo domina son especialmente evidentes en esta obra.