Odilon Redon

Odilon Redon Figura en rojo sobre una roca Óleo sobre cartón. 27 x 22,2 cm. Firmado "ODILON REDON" en rojo arriba a la derecha. - Limpieza profesional de la superficie. Algunos pequeños retoques principalmente en los márgenes. No en Wildenstein Con un dictamen del Instituto Wildenstein Plattner de Nueva York, fechado el 1 de noviembre de 2021. La obra se incluirá en el Catálogo Digital Raisonné de Redon, actualmente en preparación. Procedencia Propiedad privada Hesse Aunque fue contemporáneo de los grandes impresionistas franceses, Odilon Redon siguió desde el principio una trayectoria temática y estilísticamente independiente. Se le considera el representante más importante del simbolismo francés, pero su obra ya anticipa elementos del fauvismo, el surrealismo y la abstracción. Su obra es profundamente personal y puede leerse hasta cierto punto como un reflejo de sus circunstancias privadas. Redon no diseñaba sus motivos de forma intencionada y planificada, sino que trasladaba directamente sus imágenes oníricas a los dibujos y pinturas: "todo pasa por la dócil sumisión al funcionamiento del inconsciente", escribió a su biógrafo posterior, el crítico de arte André Mellerio, en 1898. La literatura de los escritores de vanguardia, como Charles Baudelaire y Edgar Alan Poe, constituyó un importante punto de partida para su obra. Los trazos personales del destino y las experiencias bélicas también se reflejaron en sus cuadros. Sus primeros trabajos produjeron un bestiario de criaturas fantásticas: hermafroditas de humanos, animales y plantas en entornos cavernosos. También creó estudios de la naturaleza y representaciones místicas de figuras en la naturaleza. A partir de 1890, el color y la luz se abren paso en su paleta, hasta entonces dominada por el negro. En pasteles y óleos líricos y coloridos, los retratos y los motivos florales se combinan ahora con elementos abstractos. En esta subasta se ofrece un ejemplo raro y particularmente impresionante de su obra pictórica. Simboliza literalmente la transición de la penumbra de sus primeros años a los radiantes mundos pictóricos de su último periodo creativo. Una figura andrógina con un manto rojo, sumida en una profunda contemplación o luto en un árido fondo rocoso, permanece en la oscuridad de color sepia, mientras que el dorado anaranjado del sol del atardecer se extiende tras ella, sugiriendo una gloriosa. El cuadro pertenece a un grupo de obras de figuras solitarias situadas en entornos naturales que -como suele ocurrir con Redon- desafían la interpretación iconográfica común. Se inspiró en dos viajes que Redon realizó a los Pirineos en 1861 y 1878. "Le sol basque est pour moi comme une patrie ancienne où, certainement, j'ai vécu, souffert et aimé", escribió en 1878, profundamente impresionado (citado después: Alec Wildenstein, Odilon Redon. Catalogue raisonné de l'oeuvre peint et dessiné, vol. 1, París 1992, p. 225). Los paisajes rocosos resecos, el sol omnipresente y el carácter apasionado y melancólico de los lugareños se sienten intensamente en esta obra.