CARTIER 
Pulsera con un gran motivo "Cachemira". Esmeraldas en cabujón y diamant…
Descripción

CARTIER

Pulsera con un gran motivo "Cachemira". Esmeraldas en cabujón y diamantes redondos. Platino (950) y oro amarillo de 18k (750). Firmado y numerado, con sello de calidad. Circa 1945 / 50. Caso original. Diámetro : 6,1 cm - Peso : 73 gr. 73 gr. El motivo central puede llevarse como un clip Altura : 6,2 cm. Un brazalete de platino, oro, esmeraldas y diamantes, firmado por Cartier El brazalete con motivo de cachemira que presentamos demuestra las influencias del arte islámico en el repertorio estilístico de la Casa Cartier. Esta forma particular, conocida como "motivo paisley", también se conoce como "Boteh", que significa "ramo de flores" en persa. Los orígenes de este símbolo son controvertidos y sus interpretaciones son múltiples. El boteh está muy presente en el arte mogol de los siglos XVI al XVIII, como demuestran las joyas con turbante de mediados del siglo XVIII, expuestas en el Victoria and Albert Museum de Londres. El motivo paisley también se utilizó en otros soportes, como los chales y alfombras persas que viajaban por la Ruta de la Seda y, más tarde, por barco a través de los puestos comerciales europeos establecidos en Oriente por las Compañías de la India. Para la preparación de la exposición "Cartier y las artes del Islam, las fuentes de la modernidad", que se celebra en el Museo de Artes Decorativas de París hasta febrero de 2022, se han sondeado los archivos y la biblioteca de la casa. Louis Cartier había reunido una colección de arte islámico en la que se inspiró para una nueva estética. Louis animaba a sus diseñadores a entrenar la vista, a tomar prestados los motivos que observaban, y ponía a su disposición las obras de arte de su colección. Charles Jacqueau, director creativo de Cartier de 1911 a 1935, era un brillante dibujante que se inspiraba en todo lo que observaba y le llamaba la atención. Sus dibujos y gouaches, conservados en el Petit Palais y prestados a la exposición, dan fe de su prolífica creatividad. En 1910, los ballets rusos dirigidos por Serge Diaghilev representaron Sherezade en París e inauguraron la efervescencia del gusto persa en Francia. La Casa Cartier se sumó a esta tendencia exótica, con piedras de colores que reviven las galas de las mujeres elegantes de la Belle Époque en busca de novedades. Zafiros, esmeraldas y rubíes yuxtapuestos con brillantes diamantes, trabajados en cabujones, encantaron a los clientes de la casa. Esta diversificación de la paleta de colores hizo que Cartier fuera pionera en el uso de piedras de color. En el transcurso del siglo XX, este repertorio de motivos heredados de las artes del Islam, lejos de agotarse, se incorporó al estilo Cartier y conservó su carácter contemporáneo.

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