David DELLEPIANE (1866 - 1932)

Vista de Martigues, 1890 Óleo sobre tabla Firmado, fechado "1890" y dedicado abajo a la izquierda 34 x 25 cm - 13 3 / 8 x 9 7 / 8 in. PROVENZA Familia del artista Colección privada, Francia (por descendencia) BIBLIOGRAFÍA Françoise-Albane Beudon [bajo la dirección de], David Dellepiane: peintre, afficheiste, illustrateur, Éditions Parenthèses, Marsella: 1999, p.43 (reproducido en color) "Ese mismo año [1890] realiza un óleo sobre tabla que representa una Vista de Martigues en el más puro estilo de la escuela marsellesa. Esta obra revela un modelo de composición que se repetirá con frecuencia en la obra de Dellepiane y que consiste en inscribir el tema elegido dentro de una forma circular. Esta composición de tondo se originó en Italia en el siglo XV y se utilizaba para retratos cuyos perfiles estaban tratados a la manera de las medallas antiguas. Dellepiane -recordando sus orígenes italianos- lo utilizó para algunos de sus retratos de niños. Además, al abrir la parte inferior del panel, jugó con esta vía de escape, creando así efectos refinados y decorativos de agua que parece caer en cascada, de destellos de luz, jugando con las extensiones líquidas brillantes, o resaltando el cuerpo femenino. En este panel de 1890, Martigues ocupa el corazón del tondo, la orilla del río se derrama en una cascada de tierra, agua y luz. Hay que destacar la singularidad de este panel, ya que este tipo de decorado sólo se utiliza en acuarela, lo que, dada la ligereza y la rapidez de ejecución que esta técnica impone al artista, acentúa aún más la impresión de evanescencia buscada. Por último, esta composición puede remitir a dos influencias notables en la obra de Dellepiane: el Art Nouveau con los carteles de Mucha, que situaba sus figuras en este tipo de arquería, y Oriente. Si observamos detenidamente la apertura del tondo, surge la imagen característica de un arco sobrepasado, una arquería simbólica de la arquitectura islámica. No se puede exagerar el peso de Oriente y de su vocabulario decorativo en una ciudad-puerto como Marsella, nacida de la unión entre un focense y una ligur. Marsella fue el lugar desde el que muchos artistas, fascinados por Oriente desde el regreso de Bonaparte de Egipto, y tras Delacroix, emprendieron un viaje iniciático a la otra orilla del Mediterráneo... El perfume de Oriente flotaba sobre Marsella y un artista sensible al espíritu de la época como Dellepiane no podía ser indiferente a él; hizo suyo este tema arquitectónico, asimilándolo hasta convertirlo en su propia visión orientalista incluso antes de ir allí. Françoise-Albane Beudon [bajo la dirección de], David Dellepiane : peintre, affichiste, illustrateur, Éditions Parenthèses, Marsella : 1999, pp.42 y 43