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William Rubin, El primitivismo en el arte del siglo XX, Ediciones Flammarion, París, 1987

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William Rubin, El primitivismo en el arte del siglo XX, Ediciones Flammarion, París, 1987

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Máscara Punu, Gabón Madera Dimensiones: 30,5 x 15 x 16,5 cm Procedencia: Colección privada, Francia Colección privada, Francia Emblema esencial del arte africano desde finales del siglo XIX, el corpus de máscaras Punu fue uno de los primeros en ser celebrados por los modernistas (William Rubin, "Primitivism" in 20th Century Art, 1984, p. 300). La máscara Okuyi era llevada durante danzas acrobáticas por hombres encaramados sobre zancos, y la existencia de estos rituales fue señalada ya a mediados del siglo XIX por el explorador Paul du Chaillu. Su belleza es un eco, un himno, una resonancia del poder y la importancia de la mujer en la organización social de los Punu. Encarnando sutilmente, a su vez, el espíritu del antepasado y la belleza femenina, el aspecto idealizado, la dulzura y la belleza de la máscara combinan y celebran dos entidades opuestas, dos dualidades: la juventud y la muerte, la belleza sensual y la serenidad del antepasado y del mundo de los espíritus. Apartándose del corpus clásico, el rostro y la superficie, tradicionalmente empolvados con caolín, presentan en este raro ejemplar una pátina marrón claro, casi miel según la luz. A la suavidad uniforme de este color corresponden sus curvas y rasgos delicados, impregnados de una profunda calma y suave serenidad. La sensibilidad de la mirada, subrayada por las cejas arqueadas y ligeramente levantadas, y los ojos semicerrados, finamente escarificados, expresan y simbolizan una visión interior, un vínculo entre los vivos y los muertos. La boca, ligeramente dobladillada y asimétrica, revela una leve sonrisa. El delicado y refinado tocado consiste en una sobria concha axial cincelada. Este tipo de tocado ceremonial estaba muy extendido en el siglo XIX en la parte occidental de Gabón, entre los Aduma y los Punu de Ngounié.

Estatua Senoufo, Costa de Marfil Madera Dimensiones: 95,5 x 17,5 x 14 cm Procedencia: Colección Van Bussel, Amsterdam Colección Van Bussel, Ámsterdam William Rubin, en su introducción al Primitivismo en el arte del siglo XX William Rubin, en su introducción a Primitivism in Twentieth-Century Art, describe cómo los artistas modernos vieron en las artes de África y Oceanía un medio para desarrollar un arte con una "dimensión universal y quintaesencial" (1984, p. 55). Las obras senufo fueron de los primeros objetos en entrar en sus colecciones. Desde el principio, ocuparon un lugar preeminente en sus colecciones, como demuestran las fotografías tomadas en el estudio de André Derain o en el apartamento de Georges Braque. La limpidez de las fórmulas inventadas por los escultores Los escultores senufo influyeron en la investigación artística de la modernidad. La economía de líneas resuena en la obra de Giacometti. Los decorados de ballet de Fernand Léger están impregnados de ella. Guardadas en la sinzanga, el recinto sagrado de los poro, "la institución socio-religiosa más importante entre los senufo" (Goldwater, Senufo Sculpture from West Africa, 1964, p. 9), las grandes figuras deble se esculpían en honor del antepasado primigenio. Las virtudes y cualidades del antepasado primordial brillan en esta figura, la interioridad y la contemplación significadas por sus ojos semicerrados, magnificadas por el bello arqueamiento de las cejas. La mandíbula delgada y angulosa revela una boca pequeña con labios finos y un mohín. La frente redonda presenta una corona triangular, que sugiere un tocado con moño. El refinamiento de las líneas básicas, la fluidez del movimiento y la poderosa dinámica de los volúmenes de sus curvas se complementan con la ornamentación de su feminidad, las marcas de escarificación que decoran sus atributos, reforzando el simbolismo de la fertilidad del antepasado representado, que ha asegurado la continuidad del linaje. En un sutil equilibrio entre naturalismo y abstracción, la escultura cobra finalmente vida en la dinámica de sus volúmenes y la tensión de sus curvas convexas y cóncavas. De este rigor surge la presencia imperiosa del antepasado primordial, con fuerza y paz. Estas grandes estatuas desempeñaban un papel esencial en los rituales de la sociedad de iniciación Poro. Tanto en las ceremonias de iniciación de los jóvenes como en los funerales de los notables, se movían para golpear el suelo al ritmo de cantos solemnes. Nuestro ejemplar destaca por el tratamiento especial de las marcas de escarificación alrededor de su ombligo, formando un sol esquematizado, por los brazos utilizados como "asas" y por la notable sensibilidad de sus rasgos faciales.