*Ceinture

en forma de yugo. El tema principal, expresado aquí por una densa y detallada iconografía, es el del sacrificio humano y la fertilidad, tema que se repite en otros yugos tallados de Veracruz. Un rostro, el de una deidad o un hombre, ocupa la parte frontal y curva de la obra, mientras que el resto del cuerpo se representa, simétricamente, en cada rama lateral. El aspecto de este rostro revela que la figura está muerta y que puede llevar una máscara. En este caso, sería un hombre que personifica a una deidad. Su frente es corta, sus cejas son gruesas y sus ojos están cerrados. El labio superior tiene una forma inusual, que desciende hacia el labio inferior y luego se divide en dos para subir en espiral por las mejillas, ocultando la mandíbula inferior. Los dientes están ausentes de las cavidades bucales, pero es posible que en el pasado existieran incrustaciones de concha u otro material. Grandes espirales de orejas perforadas enmarcan el rostro. Por los agujeros de estos adornos pasan tres hojas de tallo largo que apuntan hacia abajo. Como suele ocurrir con los yugos, el tocado es visible en la parte superior, en el plano horizontal. En este caso es simple, y consiste en un gran nudo que cubre toda la cabeza y que sostiene tres hojas similares a las que se encuentran en la parte delantera. El gran nudo confirma que se trata de un sacrificio, símbolo utilizado para identificar a los cautivos destinados a la muerte. El resto del cuerpo (en realidad sólo los hombros y los brazos) se representa simétricamente en cada una de las ramas del yugo. Estas extremidades parecen cortas y fornidas, una adaptación necesaria por el espacio limitado del soporte. Los hombros están adornados con grandes cuentas, al igual que las muñecas. Los brazos se doblan hacia arriba y las palmas de las manos se vuelven hacia fuera. La deidad sostiene un accesorio en forma de cetro, característica que se encuentra en otros yugos de la época clásica de Veracruz. Este cetro en particular recuerda a la vara floral llamada ostopilli, que se encontraría más tarde en el centro de México, en manos de las deidades, o en las de los hombres encargados de representarlas durante los rituales de personificación. En el extremo de las ramas del yugo (a cada lado) se puede ver una cabeza zoomorfa. La identificación del animal es delicada porque combina varios atributos que evocan a los saurios. Lo que sí es cierto es que lleva un tocado de plumas bellamente elaborado, tallado en la parte superior, que parece ligeramente inclinado, lo que sugiere que el animal está en movimiento. El uso de volutas y follaje, considerado como la firma de los artistas lapidarios veracruzanos, también se puede ver en este yugo. Diorita gris-verde con pátina marrón Veracruz - México, 450 - 750 d.C. 11,2 x 41,3 x 35,8 cm Procedencia : - Antigua colección de Yvon Collet desde 1966 - Galería Mermoz, 2002 Este excepcional yugo ilustra la riqueza iconográfica y simbólica del arte clásico veracruzano, así como la maestría técnica alcanzada por los escultores de la época, capaces de "hacer hablar" a la piedra como nadie, convirtiéndola en portadora de un mensaje, a menudo muy complejo, al adaptarse con admirable destreza a la forma particular y constreñida de su soporte. Gran parte de la iconografía visible en esta notable escultura sugiere que la entidad representada es el propio tlaloc o está personificada por un hombre que lleva sus atributos y está destinado a ser sacrificado. La presencia de plantas y de un importante objeto ritual similar a un rayo o a una vara floral, frecuentemente asociados con el dios de la lluvia, son algunas de las pistas dadas por el escultor. Además, como los campos de pelota eran a menudo el lugar de los sacrificios humanos, no es sorprendente que este yugo se refiera a ellos. Las dos volutas en relieve de las mejillas están ligeramente bloqueadas. *Este lote se presenta en importación temporal