Null La Sagrada Familia, José como carpintero. 

Óleo sobre cobre. 

Siglo XVIII…
Descripción

La Sagrada Familia, José como carpintero. Óleo sobre cobre. Siglo XVIII. Vista: 33,5 x 24,5 cm. Accidentes, daños y restauraciones. Presentado en un marco de madera dorada.

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La Sagrada Familia, José como carpintero. Óleo sobre cobre. Siglo XVIII. Vista: 33,5 x 24,5 cm. Accidentes, daños y restauraciones. Presentado en un marco de madera dorada.

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Escuela española; siglo XIX. "La Sagrada Familia". Madera, tela y cristal Medidas: 39 cm (Virgen); 22 cm (San José), 20 cm (Niño); 53 x 39 x 23 cm (urna). Grupo escultórico en el que se representa a la Sagrada Familia inscrita en un frondoso follaje. La Virgen descansa sentada mientras mira a su hijo, que está colocado sobre un promontorio en el paisaje, de modo que su figura no sólo está en el centro sino también ligeramente elevada. La composición se completa con la imagen de San José al fondo, como es habitual. Todas las esculturas, modeladas en terracota, presentan una viva policromía que armoniza con la calidad de los ropajes de cada una de ellas, que, al ser de tela, confieren veracidad a la escena, así como dinamismo y movimiento. La representación y modelo de la Sagrada Familia ha servido como imagen que refuerza el retrato familiar y la representación moral de la familia cristiana. Las diferentes variantes que nos han llegado de la historia del arte se han debido a las necesidades políticas y religiosas de la época. En la época del Renacimiento italiano para el arte, pero altomedieval para la sociedad, la iconografía de la Sagrada Familia se basaba predominantemente en la Virgen, el Niño y Santa Ana, sobre todo en Toscana, ya que la madre de la Virgen era la patrona de la ciudad de Florencia. Aunque la figura de San José no suele estar representada en la iconografía de este tema, o si lo está es de forma más contenida y casi secundaria, fue durante el siglo XVII cuando su figura como padre terrenal del Niño cobró mayor protagonismo en escenas en las que su papel paternal y protector era más palpable e incluso, en ocasiones, protagonista. Ello se debe a la concepción que de él ha tenido la Iglesia a lo largo de la historia, cuyo interés por la figura de San José se fue replanteando a medida que se reelaboraban nuevas creencias, a lo que se sumó el desarrollo de la sociedad burguesa.

Escuela napolitana; siglo XVIII. "Sagrada familia". Óleo sobre lienzo. Tiene marco del siglo XVIII. Medidas: 57 x 47,5 cm; 64 x 56 cm (marco). En esta obra el artista ha realizado la representación de la Sagrada Familia, siguiendo los modos de la época. Mediante el uso de una composición piramidal en la que se inscriben todos los personajes, el autor da mayor protagonismo a la figura del Niño. Éste se sitúa en el centro de la composición junto a su madre, en la que se apoya de forma natural y cotidiana. Al fondo, la figura de San José observa la escena. En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más cercanos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En ambos casos, tanto si es Santa Ana como San José quien aparece, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. Sin embargo, las dificultades son menores. Ya no se trata de un Dios único en tres personas cuya unidad esencial debe expresarse al mismo tiempo que la diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados con forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomorfo difícil de amalgamar con dos figuras antropomorfas. Por otra parte, esta iconografía era tradicionalmente, hasta la Contrarreforma, una representación de la Virgen con el Niño a la que se añadía la figura de San José en primer plano. No fue hasta las reformas de Trento cuando San José comenzó a ocupar el centro del escenario como protector y guía del Niño Jesús.