CHU Teh-Chun (1920-2014)

CHU Teh-Chun (1920-2014) Otoño Óleo sobre lienzo firmado abajo a la derecha. Firmado, titulado y fechado "1988" en el reverso del lienzo. 60 x 73 cm. Mención en el marco, compró Regis Dorvat, Le touquet. Algunos desconchones de pintura en los bordes, ligeros arañazos. Se entregará al futuro comprador un certificado de la Sra. Ching-Chao CHU de la Fundación CHU TEH-CHUN con fecha 05/10/2021. Figura destacada de la pintura abstracta de paisaje, Chu Teh-Chun (1920-2014) nunca ha dejado de vincular sutilmente las sensibilidades china y occidental. Chute traduce con poesía y vitalidad la doble cultura del pintor, así como su talento para combinar una aguda atención a los elementos naturales y su significado onírico. Un flashback a China y un guiño a Europa En 1988, el año de Chute, la reputación de Chu Teh Chun, ya bien establecida en Europa, se extendió a Asia. En 1983, regresó a su China natal por primera vez desde que se trasladó a Francia casi 30 años antes. En 1987, su obra fue objeto de una importante retrospectiva en Taipei. El círculo está completo, y Chute simboliza perfectamente esta plenitud. Chute, un poético homenaje a China, a su fértil naturaleza y a sus centenarias tradiciones artísticas, está también influenciado por las vanguardias europeas. Los colores vivos, la composición nítida, el deseo de "abrir la luz y convocar sus formas y ritmos" recuerdan tanto a Zao Wou-Ki como a Nicolas de Staël, a quien el artista admira desde los años cincuenta. Un paisaje cósmico que irradia vitalidad Una proyección luminosa divide una noche de azules y verdes profundos, vibrantes y acuosos. Es una cascada. Una cascada, en primer lugar, que recuerda los paisajes escarpados de las montañas chinas que el pintor está explorando y exaltando con una nueva mirada. Una caída que se adorna también con una dimensión existencial, la de la pérdida de puntos de referencia, el trastorno de los sentidos, los tormentos de la psique humana. De este "paisaje abstracto", típico de la obra de Chu Teh-Chun, surgen "formas visionarias, que aparecen y se disuelven para siempre ante nuestros ojos", según la descripción de Oxford de Michael Sullivan. Pintado en un momento crucial de la historia de Chu Teh-Chun, Chute tiende un poderoso puente artístico entre Europa y China. Singular y radical, este cuadro es sin duda una de las obras maestras del artista.