IGNACIO TOVAR (Sevilla, 1947) S/T
Sanguina sobre cartulina
300 x 140 cm
"Quisier…
Descripción

IGNACIO TOVAR (Sevilla, 1947)

S/T Sanguina sobre cartulina 300 x 140 cm "Quisiera que el curso de mi obra fuese como el de un río, que después de tímidos e inciertos comienzos, se nutre con las influencias del mundo exterior, cruza por paisajes diversos, siempre nuevos, llenos de gratas sorpresas, superando pasos angostos, dudas y meandros, enriqueciéndose, ensanchándose con el tiempo, hasta llegar al mar, hasta llegar a la plenitud"._x000D_ Ignacio Tovar se forma como pintor autodidacta a través de sus numerosos viajes y las estancias para las que ha sido becado: en 1979, la Beca del Centro de Promoción de Artes Plásticas e Investigación de Nuevas Formas Expresivas del Ministerio de Cultura, en 1980 la Beca de la Fundación Juan March, y en 1987 la Beca de la United States Information Agency, Fund for Artist Colonies and Ragdale Foundation, de Lake Forest, Chicago, USA._x000D_ En cuanto a sus referencias estéticas, parte de un punto similar al de otros artistas sevillanos de su generación, el gusto por la pintura que sucedió a la Escuela de Nueva York, Tovar, sin embargo, profundiza en las formas elementales tras la estela de Keneth Noland, conduciendo su obra a referencias cercanas al “Minimal”. Su encuentro en la Tate Gallery de Londres (1974) con la pintura de Rothko, lo situó ya de cara a la pintura abstracta norteamericana, de la que más adelante le interesó el valor compositivo de la geometría de los objetos y construcciones de Kelly, así como, la libertad de la técnica abstracta de Clyfford Still, con sus imágenes fluidas, de color cambiante en un espacio que se abre sin principio ni fin. _x000D_ Otros registros le han venido a Tovar de su integración en el grupo que Gerardo Delgado, José Ramón Sierra y Juan Suárez formaron en Sevilla, en el paso de los años setenta a los ochenta, con orientación a la abstracción del grupo de Cuenca, y con preferencia por la obra de José Guerrero. _x000D_ Desde principios de los ochenta su pintura ha ido derivando desde la abstracción a una figuración, en la que cada vez con mayor insistencia en el tono narrativo, aparecen motivos en los que se habla del hombre, de sus huellas, de su paso, de su actividad. Mediante la reducción a formas simples de elementos con un uso y un valor referencial, Ignacio Tovar, recupera de los niveles arcaicos de la cultura el valor del símbolo como vehículo de comunicación de ideas y experiencias. Las formas simbólicas son descontextualizadas soportando el peso de la composición y la trama narrativa del universo del pintor._x000D_ Dentro de esta larga trayectoria, la obra que nos ocupa, enlaza directamente con las series Islas y Aguas, de finales de los 90-principios de los 2000. La idea del agua es el origen y el eje de estos cuadros, y Tovar la relaciona con otros símbolos de nuestra cultura: la huella dactilar, el fuego, la cabellera de una Venus, la imagen mítica de Ofelia en el río …_x000D_ “Parto de formas abstractas, y cuando la obra está terminada entonces comienzo a ver en torno a mí objetos y paisajes cuya estructura y color coinciden estrechamente con lo que he pintado”, viendo en la Naturaleza “detalles en los que no me había fijado antes” tomando conciencia de un universo dominado por un espacio oscilante y abierto. _x000D_ La obra de Ignacio Tovar se encuentra en las Colecciones del Ayuntamiento de Nerva, Huelva, Fundación Luis Cernuda, Fundación Caixa de Pensiones, Biblioteca Nacional, Banco de España y en los Museos de Arte Abstracto Español de Cuenca, y de Arte Contemporáneo de Sevilla._x000D_ _x000D_ Firmado y fechado en 1998

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IGNACIO TOVAR (Sevilla, 1947)

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