Null JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983).

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Descripción

JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983). "Serie de Barcelona", 1972. Lápices de colores sobre cartulina. Firmado en la parte inferior. Medidas: 71 x 106 cm; 79 x 114 cm (marco). Cartón en el que se aprecia la intervención original del artista, que representa uno de sus conocidos símbolos (la estrella) y una gran firma. Esta obra fue realizada por Joan Miró para la edición gráfica de la serie "Barcelona", publicada por la Sala Gaspar en 1972. La relación de Miró con la legendaria galería, inaugurada en 1909 por Joan Gaspar i Xalabarder, fue realmente prolífica, y realizó numerosas exposiciones, además de crear varios proyectos editoriales. Joan Miró desarrolló en sus obras una atmósfera característica, impregnada de los impulsos primarios que le dejaron sus contactos con el dadaísmo y el surrealismo. Así, sus cuadros funcionan como microcosmos, modelos simbólicos del mundo que buscan una comprensión del universo a través de la coexistencia de impulsos atávicos y del espacio artístico, lleno de reminiscencias culturales. Así, sus obras deben considerarse como una expresión de su sentido de la vida, que se concreta plásticamente a través del simbolismo que él mismo confiere a la representación de determinados seres y objetos. Al convertir los objetos en símbolos, Miró rompió con el aspecto histórico-narrativo, la perspectiva y otros aspectos tradicionales y realistas de la pintura, dejando de lado la descripción de la realidad. Es en este contexto donde podemos entender obras tan esenciales como esta "Estrella y gran firma", donde el protagonista absoluto es el mensaje transmitido de forma rotunda, sin que nada disminuya su impacto. La estrella es un elemento constante a lo largo de la producción de Miró; a veces se representa como elemento estelar propiamente dicho, y otras veces simboliza la presencia masculina, de modo que es un código ambivalente, como expresión poética de la inmensidad del cosmos y de la atracción que une a los seres vivos. Por otro lado, su presencia ejemplifica la omnipresencia en la obra de Miró de fuerzas sublimes, asociadas a un sentimiento de grandeza y misterio cósmico que siempre ha impresionado al ser humano. Joan Miró se formó en Barcelona y debutó individualmente en 1918 en las Galerías Dalmau. En 1920 se trasladó a París y conoció a Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Allí, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, fue madurando su estilo; trató de trasladar a lo visual la poesía surrealista, basada en la memoria, la fantasía y lo irracional. Su tercera exposición en París en 1928 fue su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus obras. Regresó a España en 1941, y ese mismo año el museo le dedicó una exposición retrospectiva que sería su definitiva consagración internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos galardones, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia y de la Fundación Guggenheim de Venecia, el Premio Carnegie de Pintura de Venecia, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña y de Bellas Artes, y fue investido doctor honoris causa por las universidades de Harvard y Barcelona. Su obra puede verse actualmente en la Fundación Joan Miró de Barcelona, el Museo Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París y la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.

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JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983). "Serie de Barcelona", 1972. Lápices de colores sobre cartulina. Firmado en la parte inferior. Medidas: 71 x 106 cm; 79 x 114 cm (marco). Cartón en el que se aprecia la intervención original del artista, que representa uno de sus conocidos símbolos (la estrella) y una gran firma. Esta obra fue realizada por Joan Miró para la edición gráfica de la serie "Barcelona", publicada por la Sala Gaspar en 1972. La relación de Miró con la legendaria galería, inaugurada en 1909 por Joan Gaspar i Xalabarder, fue realmente prolífica, y realizó numerosas exposiciones, además de crear varios proyectos editoriales. Joan Miró desarrolló en sus obras una atmósfera característica, impregnada de los impulsos primarios que le dejaron sus contactos con el dadaísmo y el surrealismo. Así, sus cuadros funcionan como microcosmos, modelos simbólicos del mundo que buscan una comprensión del universo a través de la coexistencia de impulsos atávicos y del espacio artístico, lleno de reminiscencias culturales. Así, sus obras deben considerarse como una expresión de su sentido de la vida, que se concreta plásticamente a través del simbolismo que él mismo confiere a la representación de determinados seres y objetos. Al convertir los objetos en símbolos, Miró rompió con el aspecto histórico-narrativo, la perspectiva y otros aspectos tradicionales y realistas de la pintura, dejando de lado la descripción de la realidad. Es en este contexto donde podemos entender obras tan esenciales como esta "Estrella y gran firma", donde el protagonista absoluto es el mensaje transmitido de forma rotunda, sin que nada disminuya su impacto. La estrella es un elemento constante a lo largo de la producción de Miró; a veces se representa como elemento estelar propiamente dicho, y otras veces simboliza la presencia masculina, de modo que es un código ambivalente, como expresión poética de la inmensidad del cosmos y de la atracción que une a los seres vivos. Por otro lado, su presencia ejemplifica la omnipresencia en la obra de Miró de fuerzas sublimes, asociadas a un sentimiento de grandeza y misterio cósmico que siempre ha impresionado al ser humano. Joan Miró se formó en Barcelona y debutó individualmente en 1918 en las Galerías Dalmau. En 1920 se trasladó a París y conoció a Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Allí, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, fue madurando su estilo; trató de trasladar a lo visual la poesía surrealista, basada en la memoria, la fantasía y lo irracional. Su tercera exposición en París en 1928 fue su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus obras. Regresó a España en 1941, y ese mismo año el museo le dedicó una exposición retrospectiva que sería su definitiva consagración internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos galardones, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia y de la Fundación Guggenheim de Venecia, el Premio Carnegie de Pintura de Venecia, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña y de Bellas Artes, y fue investido doctor honoris causa por las universidades de Harvard y Barcelona. Su obra puede verse actualmente en la Fundación Joan Miró de Barcelona, el Museo Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París y la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.

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