Null EDUARDO ARROYO (Madrid, 1937-2018).

"Dinero", 1989.

Carboncillo y grafito…
Descripción

EDUARDO ARROYO (Madrid, 1937-2018). "Dinero", 1989. Carboncillo y grafito sobre papel de calco sobre cartón adherido al papel. Técnica mixta sobre cartulina montada sobre panel (lado derecho). Firmado y fechado en la zona inferior derecha. Tiene una etiqueta en el reverso y tiene cristal de museo. Medidas: 96 x 105 cm; 118 x 130 cm (marco). PROCEDENCIA: - Colección del artista. - Colección privada, Bélgica. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain de l'après-guerre à nos jours. Neuilly-sur-Seine Francia, , lote 94, p. 181. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain. Neuilly-sur-Seine Francia, 2020, lote 109. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain - De l'après-guerre à nos jours. 2021, lote 99. - Colección privada, Madrid. BIBLIOGRAFÍA: -Eduardo Arroyo, Territorio Íntimo, catálogo de la exposición de la Fundación Cerezales, Antonino y Cinia Cerezales del Condado León, 2009. n ° 58, p. 183. EXPOSICIÓN: -Eduardo Arroyo, Territorio Íntimo, Fundación Cerezales, Antonino y Cinia Cerezales, exposición del 22 de julio al 15 de noviembre de 2009. Retrato de mujer de perfil, en el que el artista utiliza toda una serie de simbología asociada al concepto de dinero, como la forma del dólar, que define el ojo, o la libra, que forma la nariz. Los labios tienen detalles redondeados que pueden aludir a algunas de las antiguas monedas españolas. Se trata de una muestra simbólica en la que el artista asocia los sentidos de la mujer, la vista, el olfato y el gusto, con el dinero. Este tipo de retrato en el que Arroyo concibe el rostro de la mujer a través del uso explícito de símbolos fue muy habitual en su obra de finales de los ochenta, de hecho, un claro ejemplo son las obras que realizó de Europa y España. Pintor, escultor y grabador, Arroyo destaca como una importante figura del movimiento neofigurativista. Figura clave de la nueva figuración española, Arroyo llegó a destacar en el circuito artístico nacional sólo tardíamente, a partir de los años 80, tras un periodo de dos décadas forzado por el régimen franquista. Hoy, sus obras cuelgan en los más reputados museos españoles y su creatividad se extiende a escenografías teatrales y ediciones ilustradas. Arroyo comenzó su carrera en el periodismo, terminando sus estudios en 1957. Después se marchó a París, huyendo del asfixiante clima político español de la época. Aunque su primera vocación fue la de escritor, tarea que sigue ejerciendo hasta hoy, en 1960 ya se ganaba la vida como pintor. Ese año participa por primera vez en el Salon de Peinture Jeunesse de París. Su actitud crítica hacia las dictaduras, tanto políticas como artísticas, le lleva a tomar iniciativas controvertidas. Optó por la pintura figurativa en una época en la que la pintura abstracta era abrumadoramente dominante en París, y sus primeros temas recordaban a la "España negra" (efigies de Felipe II, toreros, bailarinas), trabajados de forma cáustica y poco romántica. A principios de los años sesenta, su vocabulario plástico se mueve bajo la influencia americana del arte pop, y en 1964 su ruptura con el arte informal es definitiva. Su primera repercusión pública se produjo en 1963, cuando presentó una serie de efigies de dictadores en la Tercera Bienal de París, lo que provocó las protestas del gobierno español. Ese mismo año, Arroyo preparó una exposición en la galería Biosca de Madrid, que se inauguró sin su presencia al tener que huir a Francia perseguido por la policía; la muestra fue censurada y clausurada pocos días después. Sin embargo, la opción figurativa de Arroyo tardó en ser aceptada en París. El pintor rechazaba la devoción incondicional a ciertos vanguardistas, como Duchamp o Miró, que consideraba impuesta por las modas. Su verdadero interés era desmitificar a los grandes maestros y defender el papel del mercado como protector y termómetro del arte, frente a la red de museos e influencias pagadas con dinero público. En 1974, Arroyo fue expulsado de España por el régimen, y no recuperaría su pasaporte hasta la muerte de Franco.

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EDUARDO ARROYO (Madrid, 1937-2018). "Dinero", 1989. Carboncillo y grafito sobre papel de calco sobre cartón adherido al papel. Técnica mixta sobre cartulina montada sobre panel (lado derecho). Firmado y fechado en la zona inferior derecha. Tiene una etiqueta en el reverso y tiene cristal de museo. Medidas: 96 x 105 cm; 118 x 130 cm (marco). PROCEDENCIA: - Colección del artista. - Colección privada, Bélgica. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain de l'après-guerre à nos jours. Neuilly-sur-Seine Francia, , lote 94, p. 181. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain. Neuilly-sur-Seine Francia, 2020, lote 109. - Aguttes S.A.S, Art Contemporain - De l'après-guerre à nos jours. 2021, lote 99. - Colección privada, Madrid. BIBLIOGRAFÍA: -Eduardo Arroyo, Territorio Íntimo, catálogo de la exposición de la Fundación Cerezales, Antonino y Cinia Cerezales del Condado León, 2009. n ° 58, p. 183. EXPOSICIÓN: -Eduardo Arroyo, Territorio Íntimo, Fundación Cerezales, Antonino y Cinia Cerezales, exposición del 22 de julio al 15 de noviembre de 2009. Retrato de mujer de perfil, en el que el artista utiliza toda una serie de simbología asociada al concepto de dinero, como la forma del dólar, que define el ojo, o la libra, que forma la nariz. Los labios tienen detalles redondeados que pueden aludir a algunas de las antiguas monedas españolas. Se trata de una muestra simbólica en la que el artista asocia los sentidos de la mujer, la vista, el olfato y el gusto, con el dinero. Este tipo de retrato en el que Arroyo concibe el rostro de la mujer a través del uso explícito de símbolos fue muy habitual en su obra de finales de los ochenta, de hecho, un claro ejemplo son las obras que realizó de Europa y España. Pintor, escultor y grabador, Arroyo destaca como una importante figura del movimiento neofigurativista. Figura clave de la nueva figuración española, Arroyo llegó a destacar en el circuito artístico nacional sólo tardíamente, a partir de los años 80, tras un periodo de dos décadas forzado por el régimen franquista. Hoy, sus obras cuelgan en los más reputados museos españoles y su creatividad se extiende a escenografías teatrales y ediciones ilustradas. Arroyo comenzó su carrera en el periodismo, terminando sus estudios en 1957. Después se marchó a París, huyendo del asfixiante clima político español de la época. Aunque su primera vocación fue la de escritor, tarea que sigue ejerciendo hasta hoy, en 1960 ya se ganaba la vida como pintor. Ese año participa por primera vez en el Salon de Peinture Jeunesse de París. Su actitud crítica hacia las dictaduras, tanto políticas como artísticas, le lleva a tomar iniciativas controvertidas. Optó por la pintura figurativa en una época en la que la pintura abstracta era abrumadoramente dominante en París, y sus primeros temas recordaban a la "España negra" (efigies de Felipe II, toreros, bailarinas), trabajados de forma cáustica y poco romántica. A principios de los años sesenta, su vocabulario plástico se mueve bajo la influencia americana del arte pop, y en 1964 su ruptura con el arte informal es definitiva. Su primera repercusión pública se produjo en 1963, cuando presentó una serie de efigies de dictadores en la Tercera Bienal de París, lo que provocó las protestas del gobierno español. Ese mismo año, Arroyo preparó una exposición en la galería Biosca de Madrid, que se inauguró sin su presencia al tener que huir a Francia perseguido por la policía; la muestra fue censurada y clausurada pocos días después. Sin embargo, la opción figurativa de Arroyo tardó en ser aceptada en París. El pintor rechazaba la devoción incondicional a ciertos vanguardistas, como Duchamp o Miró, que consideraba impuesta por las modas. Su verdadero interés era desmitificar a los grandes maestros y defender el papel del mercado como protector y termómetro del arte, frente a la red de museos e influencias pagadas con dinero público. En 1974, Arroyo fue expulsado de España por el régimen, y no recuperaría su pasaporte hasta la muerte de Franco.

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