Null JUAN BARJOLA (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, 1919 - Madrid, 2004).

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Descripción

JUAN BARJOLA (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, 1919 - Madrid, 2004). "Tauromaquia". Óleo sobre lienzo. Firmado en el ángulo inferior derecho. Obra verificada por Juan Antonio Galea, hijo del artista. Medidas: 81 x 100 cm; 103 x 122 cm (marco). Barjola dota a sus Tauromaquias de un sentido infame, transmitiendo la tragedia del arte del toreo a través de un lenguaje heredado de Goya y Picasso, que ya plasmaron en sus grabados su particular visión de este tema. Según Fernando Castro, experto en la figura de Barjola, "las visiones infames de Barjola, dotado de una increíble capacidad para captar la náusea existencial, tienen un ritmo obsesivo, volviendo a lugares inhóspitos, ya sea la plaza de toros donde se produce el alboroto tras la corrida o el burdel donde los cuerpos entregan, más que nada, asco". Barjola, que supo sincronizar las corrientes del cubismo y el expresionismo, desarrolla en sus corridas la dislocación de las figuras. Castro afirma que "Barjola convierte sus tauromaquias en extrañas composiciones arremolinadas, prestando una enorme atención al tercio de varas. En estas tauromaquias catastróficas, el caballo está casi siempre en el papel de víctima propiciatoria, arrastrado velozmente a la muerte por una acción a la que es ajeno, una acción en la que el caballo es inocente. Por eso siempre hay un gesto supremo de dolor, de protesta, de súplica". Perteneciente a la corriente del expresionismo representativo, Juan Barjola es uno de los pintores españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Ya de niño mostró su afición por el dibujo. A los quince años llegó a Badajoz para iniciar su formación en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. En 1943 se trasladó a Madrid, donde estudió primero en la Escuela de Artes y Oficios y después en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Al mismo tiempo, amplía su formación en el Museo del Prado. Durante este periodo, que finaliza en 1950, Barjola realiza una serie de obras académicas de estilo naturalista, con temas tomados de la vida familiar, personajes suburbanos y otras escenas de género. Hacia 1950 inicia una nueva etapa de estilo postcubista, tendencia imperante en Madrid por la influencia de Daniel Vázquez Díaz. Durante estos años Barjola desarrollaría imágenes facetadas, con tratamiento plano y colores azulados y fríos. Al mismo tiempo comienza a desarrollar una nueva etapa más constructiva, marcada por los colores terrosos. En 1957 Barjola debutó en la Galería Abril de Madrid, y ese mismo año realizó otras dos exposiciones personales en Bruselas. Comienza entonces una brillante carrera expositiva que llevará su obra a Europa, Japón, Estados Unidos y Latinoamérica. Hacia 1958 inicia un corto pero intenso periodo en el que experimenta con un lenguaje de tendencia abstracta. Su obra estará ahora marcada por gruesos y suntuosos impastos de coloraciones sórdidas y oscuras, que forman bodegones abstractos y orgánicos. Es el momento de apogeo de la abstracción matérica liderada por el barcelonés Tàpies. Un año después, y sin que desaparezcan los gruesos impastos, las manchas orgánicas comienzan a resolverse en embriones humanos, siendo el resultado una vuelta a la figuración en línea con la tendencia internacional iniciada por Francis Bacon. Barjola se convirtió así en el principal representante español de la Nueva Figuración. Al mismo tiempo, su obra fue adquiriendo un mayor reconocimiento. Hacia 1964 su obra experimentó una nueva evolución, marcada por los cuadros de Velázquez, Goya y El Greco. Comienza así la Edad de Oro del pintor. El grueso empaste desaparece y su lenguaje se vuelve más fluido, mientras sus colores adquieren brillo y luminosidad. Al mismo tiempo, Barjola crea una serie de obras de brutal expresionismo y gran potencia visual, vinculadas a los temas de la violencia y la guerra. Sin embargo, hacia 1972 su pintura comienza a dejar atrás este peso conceptual para abrirse a una experimentación más puramente plástica, en la que la forma, la composición y el color se convierten en protagonistas. Este cambio conduce, en los años ochenta, a una pintura marcada por un sentido decorativo y un lirismo y optimismo más ligeros. Todo el dramatismo de su obra desaparece, y los cuadros se convierten en celebraciones de luz, color y movimiento. Fue en esta época cuando recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas (1985). Sin embargo, en la década siguiente Barjola volvería a la expresión dramática, dejando de lado la experimentación formal para centrarse en un pesimismo implacable, dirigiendo su pintura hacia lo que siempre había sido su credo artístico: la expresión del drama humano. Tras su muerte en 2004, se le han dedicado importantes exposiciones, como la retrospectiva celebrada en el IVAM de Valencia en 2006. Actualmente está representado en el Museo que lleva su nombre en Oviedo, el Reina Sofía de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo de Bellas Artes de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Madrid.

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JUAN BARJOLA (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, 1919 - Madrid, 2004). "Tauromaquia". Óleo sobre lienzo. Firmado en el ángulo inferior derecho. Obra verificada por Juan Antonio Galea, hijo del artista. Medidas: 81 x 100 cm; 103 x 122 cm (marco). Barjola dota a sus Tauromaquias de un sentido infame, transmitiendo la tragedia del arte del toreo a través de un lenguaje heredado de Goya y Picasso, que ya plasmaron en sus grabados su particular visión de este tema. Según Fernando Castro, experto en la figura de Barjola, "las visiones infames de Barjola, dotado de una increíble capacidad para captar la náusea existencial, tienen un ritmo obsesivo, volviendo a lugares inhóspitos, ya sea la plaza de toros donde se produce el alboroto tras la corrida o el burdel donde los cuerpos entregan, más que nada, asco". Barjola, que supo sincronizar las corrientes del cubismo y el expresionismo, desarrolla en sus corridas la dislocación de las figuras. Castro afirma que "Barjola convierte sus tauromaquias en extrañas composiciones arremolinadas, prestando una enorme atención al tercio de varas. En estas tauromaquias catastróficas, el caballo está casi siempre en el papel de víctima propiciatoria, arrastrado velozmente a la muerte por una acción a la que es ajeno, una acción en la que el caballo es inocente. Por eso siempre hay un gesto supremo de dolor, de protesta, de súplica". Perteneciente a la corriente del expresionismo representativo, Juan Barjola es uno de los pintores españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Ya de niño mostró su afición por el dibujo. A los quince años llegó a Badajoz para iniciar su formación en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. En 1943 se trasladó a Madrid, donde estudió primero en la Escuela de Artes y Oficios y después en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Al mismo tiempo, amplía su formación en el Museo del Prado. Durante este periodo, que finaliza en 1950, Barjola realiza una serie de obras académicas de estilo naturalista, con temas tomados de la vida familiar, personajes suburbanos y otras escenas de género. Hacia 1950 inicia una nueva etapa de estilo postcubista, tendencia imperante en Madrid por la influencia de Daniel Vázquez Díaz. Durante estos años Barjola desarrollaría imágenes facetadas, con tratamiento plano y colores azulados y fríos. Al mismo tiempo comienza a desarrollar una nueva etapa más constructiva, marcada por los colores terrosos. En 1957 Barjola debutó en la Galería Abril de Madrid, y ese mismo año realizó otras dos exposiciones personales en Bruselas. Comienza entonces una brillante carrera expositiva que llevará su obra a Europa, Japón, Estados Unidos y Latinoamérica. Hacia 1958 inicia un corto pero intenso periodo en el que experimenta con un lenguaje de tendencia abstracta. Su obra estará ahora marcada por gruesos y suntuosos impastos de coloraciones sórdidas y oscuras, que forman bodegones abstractos y orgánicos. Es el momento de apogeo de la abstracción matérica liderada por el barcelonés Tàpies. Un año después, y sin que desaparezcan los gruesos impastos, las manchas orgánicas comienzan a resolverse en embriones humanos, siendo el resultado una vuelta a la figuración en línea con la tendencia internacional iniciada por Francis Bacon. Barjola se convirtió así en el principal representante español de la Nueva Figuración. Al mismo tiempo, su obra fue adquiriendo un mayor reconocimiento. Hacia 1964 su obra experimentó una nueva evolución, marcada por los cuadros de Velázquez, Goya y El Greco. Comienza así la Edad de Oro del pintor. El grueso empaste desaparece y su lenguaje se vuelve más fluido, mientras sus colores adquieren brillo y luminosidad. Al mismo tiempo, Barjola crea una serie de obras de brutal expresionismo y gran potencia visual, vinculadas a los temas de la violencia y la guerra. Sin embargo, hacia 1972 su pintura comienza a dejar atrás este peso conceptual para abrirse a una experimentación más puramente plástica, en la que la forma, la composición y el color se convierten en protagonistas. Este cambio conduce, en los años ochenta, a una pintura marcada por un sentido decorativo y un lirismo y optimismo más ligeros. Todo el dramatismo de su obra desaparece, y los cuadros se convierten en celebraciones de luz, color y movimiento. Fue en esta época cuando recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas (1985). Sin embargo, en la década siguiente Barjola volvería a la expresión dramática, dejando de lado la experimentación formal para centrarse en un pesimismo implacable, dirigiendo su pintura hacia lo que siempre había sido su credo artístico: la expresión del drama humano. Tras su muerte en 2004, se le han dedicado importantes exposiciones, como la retrospectiva celebrada en el IVAM de Valencia en 2006. Actualmente está representado en el Museo que lleva su nombre en Oviedo, el Reina Sofía de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo de Bellas Artes de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Madrid.

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