Null MIQUEL NAVARRO (Mislata, Valencia, 1945).

"Ciudad de las torres", 2019.

H…
Descripción

MIQUEL NAVARRO (Mislata, Valencia, 1945). "Ciudad de las torres", 2019. Hierro corten. Ejemplar ½ (pieza única). Medidas: 170 x 68 x 45 cm. Exposiciones: - "Ciudad de las Torres", Convento de la Anunciación "Las Úrsulas". Salamaca, 2019-actualidad (otra copia expuesta). - Terra plana", Sala San Miguel de la Fundación Caixa Castelló. Castellón de la Plana, del 28 de noviembre de 2019 al 11 de enero de 2020. - Art Madrid 15ª Feria de Arte Contemporáneo, stand A11, Shiras Galería. Madrid, 2020. Aunque esta obra forma parte de una edición de dos ejemplares, hay que tener en cuenta que el otro ejemplar pertenece a la instalación "Ciudad", formando parte indivisible junto a otras piezas que la conforman como conjunto. Por lo tanto, esta pieza en particular, "Ciudad de las Torres", puede considerarse como una pieza única. La obra, realizada en hierro, destaca por su rotundidad, que proviene no sólo del propio material, sino también de su tratamiento. Navarro propone una escultura cilíndrica de grandes dimensiones. Como una columna, la pieza tiene una zona inferior sobria, que contrasta con el juego de formas de la zona superior. Es aquí donde el artista rompe con el cilindro, creando un juego de aristas y ángulos. Las esculturas monumentales de Miquel Navarro se han instalado en espacios públicos de Valencia, Castellón, Bilbao, Vitoria, Madrid, Bruselas y Murcia, entre otras ciudades. Miquel Navarro es uno de los principales representantes de la llamada "Nueva Escultura Española". El artista comenzó su carrera en los años 60 con un estilo pictórico. Hacia 1974 realiza su primera Ciudad, un conjunto de elementos modulares y repetitivos de formas geométricas, agrupados en composiciones que simulan la trama urbana y generan paisajes espacialmente distribuidos a modo de instalación escultórica. Estas Ciudades son una constante en años posteriores y se basan en el predominio de la percepción compleja del espacio, frente a la observación de piezas aisladas. En cada una de sus piezas de instalación genera una poética de las estructuras, para lo que utiliza diversos materiales. Los temas más frecuentes de sus esculturas van desde guerreros, tótems, lunas, edificios y canalizaciones hasta insectos y fuentes. Algunos de los elementos que se integran en las ciudades también pueden considerarse esculturas autónomas. En 1980 el Museo Guggenheim de Nueva York le dedicó una exposición. Desde principios de esta década, Miquel Navarro extendió su actividad al diseño de escenografías, como en los dos grandes montajes de las obras Vente a Sinapia y Absalón en el Teatro Español de Madrid. El Premio Nacional de Artes Plásticas, concedido en 1986, confirma al artista como uno de los principales exponentes del Arte Contemporáneo español. En enero de 1990, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) dedica una exposición retrospectiva a Miguel Navarro.

80 

MIQUEL NAVARRO (Mislata, Valencia, 1945). "Ciudad de las torres", 2019. Hierro corten. Ejemplar ½ (pieza única). Medidas: 170 x 68 x 45 cm. Exposiciones: - "Ciudad de las Torres", Convento de la Anunciación "Las Úrsulas". Salamaca, 2019-actualidad (otra copia expuesta). - Terra plana", Sala San Miguel de la Fundación Caixa Castelló. Castellón de la Plana, del 28 de noviembre de 2019 al 11 de enero de 2020. - Art Madrid 15ª Feria de Arte Contemporáneo, stand A11, Shiras Galería. Madrid, 2020. Aunque esta obra forma parte de una edición de dos ejemplares, hay que tener en cuenta que el otro ejemplar pertenece a la instalación "Ciudad", formando parte indivisible junto a otras piezas que la conforman como conjunto. Por lo tanto, esta pieza en particular, "Ciudad de las Torres", puede considerarse como una pieza única. La obra, realizada en hierro, destaca por su rotundidad, que proviene no sólo del propio material, sino también de su tratamiento. Navarro propone una escultura cilíndrica de grandes dimensiones. Como una columna, la pieza tiene una zona inferior sobria, que contrasta con el juego de formas de la zona superior. Es aquí donde el artista rompe con el cilindro, creando un juego de aristas y ángulos. Las esculturas monumentales de Miquel Navarro se han instalado en espacios públicos de Valencia, Castellón, Bilbao, Vitoria, Madrid, Bruselas y Murcia, entre otras ciudades. Miquel Navarro es uno de los principales representantes de la llamada "Nueva Escultura Española". El artista comenzó su carrera en los años 60 con un estilo pictórico. Hacia 1974 realiza su primera Ciudad, un conjunto de elementos modulares y repetitivos de formas geométricas, agrupados en composiciones que simulan la trama urbana y generan paisajes espacialmente distribuidos a modo de instalación escultórica. Estas Ciudades son una constante en años posteriores y se basan en el predominio de la percepción compleja del espacio, frente a la observación de piezas aisladas. En cada una de sus piezas de instalación genera una poética de las estructuras, para lo que utiliza diversos materiales. Los temas más frecuentes de sus esculturas van desde guerreros, tótems, lunas, edificios y canalizaciones hasta insectos y fuentes. Algunos de los elementos que se integran en las ciudades también pueden considerarse esculturas autónomas. En 1980 el Museo Guggenheim de Nueva York le dedicó una exposición. Desde principios de esta década, Miquel Navarro extendió su actividad al diseño de escenografías, como en los dos grandes montajes de las obras Vente a Sinapia y Absalón en el Teatro Español de Madrid. El Premio Nacional de Artes Plásticas, concedido en 1986, confirma al artista como uno de los principales exponentes del Arte Contemporáneo español. En enero de 1990, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) dedica una exposición retrospectiva a Miguel Navarro.

Las pujas estan cerradas para este lote. Ver los resultados

Podría interesarle

JOSÉ NAVARRO LLORENS (Valencia, 1867 - 1923) "Veleros", ca.1920. Óleo sobre tabla. Firmado en el ángulo inferior derecho. Medidas: 30 x 40 cm; 57 x 64 cm (marco). Marina ambientada en el parque de La Albufera, en la que José Navarro despliega una paleta de cadencias brillantes. Las velas hinchadas por el viento y los toques cromáticos que se deslizan sobre la superficie del agua sitúan a la embarcación en el corazón de una sinfonía translúcida y embriagadora. Cielo y agua parecen verterse el uno en el otro, intercambiando sus reflejos. A lo lejos, una hilera de pequeños veleros bordea el horizonte. José Navarro Llorens se dedicó a la pintura desde muy joven y estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de su ciudad natal. Tras su etapa de estudiante le perdemos la pista, y no volvemos a verle hasta 1895 cuando, según Pantorba, participa por primera y única vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes, recibiendo una mención honorífica. Ese mismo año se consagra Joaquín Sorolla, que obtiene por unanimidad la primera medalla del certamen. Aunque fueron amigos de toda la vida, es posible que Navarro, dado su carácter bohemio y humilde, no aspirara, como Sorolla, a una brillante carrera de laureles oficiales y prestigio cortesano. Parece que nunca tuvo intención de proyectar su obra más allá de un limitado ámbito local, como se deduce del hecho de que en sus primeros años se dedicara a pintar escenas de género y escenas galantes para aficionados. Sin embargo, sus primeras obras revelan cierta influencia del estilo de Mariano Fortuny, a quien Navarro admiraba y de cuyo ejemplo pudo inspirarse para viajar a Marruecos en una segunda época. Este viaje debió de tener lugar poco después de finalizar sus estudios y se dedicó a representar temas locales, norteafricanos y orientalistas. A principios del siglo XX fue contratado para decorar un palacio en Buenos Aires, aunque Navarro nunca llegó a Argentina. Zarpó hacia ese destino, pero durante una escala en Río de Janeiro el pintor decidió quedarse allí indefinidamente. Siguió trabajando en la ciudad brasileña y realizó una exposición muy aclamada. Sin embargo, la nostalgia por su tierra natal, protagonista absoluta de su lenguaje pictórico, le llevó a regresar a Valencia, donde se instaló definitivamente en Godella. Allí vivió el resto de su vida de forma sencilla y humilde, dando clases de pintura en la academia local y pintando incansablemente. Su estilo bebe de diversas influencias, como Fortuny, Domingo Marqués o el luminismo levantino, pero siempre es profundamente personal, ligado a su propia manera de entender el mundo. Su pintura recuerda la claridad mediterránea a través de bellas transparencias, una luminosidad corpórea y pinceladas nerviosas y vibrantes. José Navarro está representado en los Museos de Bellas Artes de Valencia y Asturias, en el Museo Carmen Thyssen de Málaga y en la colección Gerstenmaier, entre otras colecciones públicas y privadas.