Null Escuela rusa, siglo XVII.


"Dormición de la Madre de Dios".


Témpera sobr…
Descripción

Escuela rusa, siglo XVII. "Dormición de la Madre de Dios". Témpera sobre tabla. Marco de plata repujada, siglo XIX. Con contrastes. Medidas: 31 x 26,5 cm. En este icono el artista anónimo representa el Tránsito o la Dormición de María, momento en el que su alma es recibida por Cristo, esperando la Ascensión al cielo en cuerpo y alma unos días después. El propio Jesucristo, en toda su gloria celestial y rodeado de una multitud de ángeles, en el centro de la composición y enmarcado en una mandorla, aparece para recibir el alma de su Bendita Madre, que, siguiendo el simbolismo del arte ortodoxo, toma la forma de un niño. María está acompañada en este momento, como se narra en varios Evangelios apócrifos, por todo el colegio apostólico, y podemos identificar claramente a San Juan Evangelista, con sus rasgos juveniles, y a San Pedro blandiendo un incensario. Como segunda historia, la parte inferior representa a Athonius, un sacerdote judío que se abalanzó sobre el féretro de la Virgen con la intención de volcarlo, pero no pudo tocar el lecho con sus manos, ya que un ángel le cortó ambas manos. Los motivos arquitectónicos se encuentran en el fondo, lo que significa que la escena se desarrolla en un interior. Es un rasgo característico de la iconografía ortodoxa representar escenas interiores en el exterior de un edificio. Los pintores recurrieron a este truco metafísico, no en busca de la verosimilitud visual, sino para poder contar a los creyentes la máxima información sobre la escena a través del medio bidimensional. La gama cromática del icono, el hieratismo, la tipología de los rostros y la arquitectura ayudan a situarlo cronológicamente en el siglo XVII. Predomina el uso del rojo (símbolo del amor, pero también de la sangre y el sufrimiento de Cristo) y del oro (color de Dios y de su luz), sobre todo en el nimbo y en los ropajes del Ángel. También se puede observar cómo la conservación de las tradiciones medievales ha estado siempre presente en los iconos rusos, aspecto que hoy en día confiere a estas obras de arte una espiritualidad particular y un aura de eternidad. Así pues, no están dominadas por el espíritu innovador o la fantasía del pintor, sino por su capacidad de reproducir la forma ideal establecida a lo largo de los siglos. El icono está contenido en un marco de plata repujada, con una hermosa ornamentación floral que recorre el perímetro.

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Escuela rusa, siglo XVII. "Dormición de la Madre de Dios". Témpera sobre tabla. Marco de plata repujada, siglo XIX. Con contrastes. Medidas: 31 x 26,5 cm. En este icono el artista anónimo representa el Tránsito o la Dormición de María, momento en el que su alma es recibida por Cristo, esperando la Ascensión al cielo en cuerpo y alma unos días después. El propio Jesucristo, en toda su gloria celestial y rodeado de una multitud de ángeles, en el centro de la composición y enmarcado en una mandorla, aparece para recibir el alma de su Bendita Madre, que, siguiendo el simbolismo del arte ortodoxo, toma la forma de un niño. María está acompañada en este momento, como se narra en varios Evangelios apócrifos, por todo el colegio apostólico, y podemos identificar claramente a San Juan Evangelista, con sus rasgos juveniles, y a San Pedro blandiendo un incensario. Como segunda historia, la parte inferior representa a Athonius, un sacerdote judío que se abalanzó sobre el féretro de la Virgen con la intención de volcarlo, pero no pudo tocar el lecho con sus manos, ya que un ángel le cortó ambas manos. Los motivos arquitectónicos se encuentran en el fondo, lo que significa que la escena se desarrolla en un interior. Es un rasgo característico de la iconografía ortodoxa representar escenas interiores en el exterior de un edificio. Los pintores recurrieron a este truco metafísico, no en busca de la verosimilitud visual, sino para poder contar a los creyentes la máxima información sobre la escena a través del medio bidimensional. La gama cromática del icono, el hieratismo, la tipología de los rostros y la arquitectura ayudan a situarlo cronológicamente en el siglo XVII. Predomina el uso del rojo (símbolo del amor, pero también de la sangre y el sufrimiento de Cristo) y del oro (color de Dios y de su luz), sobre todo en el nimbo y en los ropajes del Ángel. También se puede observar cómo la conservación de las tradiciones medievales ha estado siempre presente en los iconos rusos, aspecto que hoy en día confiere a estas obras de arte una espiritualidad particular y un aura de eternidad. Así pues, no están dominadas por el espíritu innovador o la fantasía del pintor, sino por su capacidad de reproducir la forma ideal establecida a lo largo de los siglos. El icono está contenido en un marco de plata repujada, con una hermosa ornamentación floral que recorre el perímetro.

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