Null Escuela rusa, talleres de los Viejos Creyentes, primera mitad del siglo XIX…
Descripción

Escuela rusa, talleres de los Viejos Creyentes, primera mitad del siglo XIX. "La Virgen de la Zarza Ardiente". Témpera sobre tabla. Medidas: 31 x 26 cm. La Virgen de la Zarza Ardiente es uno de los iconos más complejos y simbólicos del tema mariano en la iconografía ortodoxa. Alude al pasaje homónimo del Antiguo Testamento. En el plano simbólico desarrolla diferentes facetas del culto cristiano relacionadas con la aparición de Cristo, basadas en los relatos del Antiguo Testamento. Esta Epifanía del Antiguo Testamento se conmemoró con la creación de una capilla en honor a la Zarza Ardiente, que se construyó detrás del altar de la Catedral del Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí. La iconografía se conoce desde la época protocristiana, cuando se representaba a la Virgen Orante, o en algunos casos a la Odigidria, encerrada en la Zarza Ardiente, con Moisés arrodillado y contemplándola. A mediados del siglo XVI, coincidiendo con el gobierno de Iván el Terrible, el icono de la Virgen de la Zarza Ardiente cambió de aspecto y se enriqueció con símbolos y alegorías. En esa época, la vieja Rusia experimentaba una gran expansión de su territorio hacia Siberia, Astracán y Kazán. Rusia se convirtió en el centro ortodoxo más importante del mundo. La Virgen y la Zarza Ardiente pasó a representarse de medio cuerpo, con el Niño Jesús en brazos, dentro de una estrella bicolor de ocho puntas, que se compone de dos rectángulos, rojo, que simboliza la Zarza Ardiente, y verde, que en algunos casos puede ser verde esmeralda, como en el caso del icono subastado, que simboliza la zarza en crecimiento. En las esquinas del rectángulo verde se encuentran los ángeles, protectores de la Virgen, y sobre las nubes verdes descansan los elementos de la naturaleza. En las esquinas del rectángulo rojo están los tetramorfos, y en las nubes rojas los evangelistas correspondientes. En las esquinas del icono descansan cuatro miniaturas independientes, alusivas a diferentes profetas, que a su vez enriquecen y completan la Epifanía. Se pueden encontrar variaciones. En el caso del icono que nos interesa, se trata de Moisés en la esquina superior izquierda, el profeta Isaías en la esquina superior derecha, Ezequiel en la esquina inferior derecha y, por último, la escalera de Jacob en la esquina inferior izquierda. En los cuatro lados del icono está Jesé con el árbol, en la parte inferior, a la izquierda y a la derecha, Alejo de Constantinopla y Santa Catalina respectivamente. La composición está coronada por la representación de Dios Padre. A su vez, las abundantes inscripciones en los espacios entre las escenas acompañan la iconografía visual, explicando cada escena. Este interés por explicar las escenas bíblicas mediante inscripciones se desarrolló en Moscú hacia mediados del siglo XVI en los círculos eclesiásticos intelectuales y se hizo muy popular en la iconografía de los Antiguos Creyentes. Otros símbolos que indican que este icono pertenece a los talleres de los Viejos Creyentes son la bendición con dos dedos y la inscripción del nombre de Jesucristo en forma de abreviatura "IC XC".

30 

Escuela rusa, talleres de los Viejos Creyentes, primera mitad del siglo XIX. "La Virgen de la Zarza Ardiente". Témpera sobre tabla. Medidas: 31 x 26 cm. La Virgen de la Zarza Ardiente es uno de los iconos más complejos y simbólicos del tema mariano en la iconografía ortodoxa. Alude al pasaje homónimo del Antiguo Testamento. En el plano simbólico desarrolla diferentes facetas del culto cristiano relacionadas con la aparición de Cristo, basadas en los relatos del Antiguo Testamento. Esta Epifanía del Antiguo Testamento se conmemoró con la creación de una capilla en honor a la Zarza Ardiente, que se construyó detrás del altar de la Catedral del Monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí. La iconografía se conoce desde la época protocristiana, cuando se representaba a la Virgen Orante, o en algunos casos a la Odigidria, encerrada en la Zarza Ardiente, con Moisés arrodillado y contemplándola. A mediados del siglo XVI, coincidiendo con el gobierno de Iván el Terrible, el icono de la Virgen de la Zarza Ardiente cambió de aspecto y se enriqueció con símbolos y alegorías. En esa época, la vieja Rusia experimentaba una gran expansión de su territorio hacia Siberia, Astracán y Kazán. Rusia se convirtió en el centro ortodoxo más importante del mundo. La Virgen y la Zarza Ardiente pasó a representarse de medio cuerpo, con el Niño Jesús en brazos, dentro de una estrella bicolor de ocho puntas, que se compone de dos rectángulos, rojo, que simboliza la Zarza Ardiente, y verde, que en algunos casos puede ser verde esmeralda, como en el caso del icono subastado, que simboliza la zarza en crecimiento. En las esquinas del rectángulo verde se encuentran los ángeles, protectores de la Virgen, y sobre las nubes verdes descansan los elementos de la naturaleza. En las esquinas del rectángulo rojo están los tetramorfos, y en las nubes rojas los evangelistas correspondientes. En las esquinas del icono descansan cuatro miniaturas independientes, alusivas a diferentes profetas, que a su vez enriquecen y completan la Epifanía. Se pueden encontrar variaciones. En el caso del icono que nos interesa, se trata de Moisés en la esquina superior izquierda, el profeta Isaías en la esquina superior derecha, Ezequiel en la esquina inferior derecha y, por último, la escalera de Jacob en la esquina inferior izquierda. En los cuatro lados del icono está Jesé con el árbol, en la parte inferior, a la izquierda y a la derecha, Alejo de Constantinopla y Santa Catalina respectivamente. La composición está coronada por la representación de Dios Padre. A su vez, las abundantes inscripciones en los espacios entre las escenas acompañan la iconografía visual, explicando cada escena. Este interés por explicar las escenas bíblicas mediante inscripciones se desarrolló en Moscú hacia mediados del siglo XVI en los círculos eclesiásticos intelectuales y se hizo muy popular en la iconografía de los Antiguos Creyentes. Otros símbolos que indican que este icono pertenece a los talleres de los Viejos Creyentes son la bendición con dos dedos y la inscripción del nombre de Jesucristo en forma de abreviatura "IC XC".

Las pujas estan cerradas para este lote. Ver los resultados

Podría interesarle

Icono ruso del Taller de los Viejos Creyentes, siglo XIX.. "Resurrección de Cristo, descenso a los infiernos y su vida en 16 escenas hagiográficas". Temple sobre tabla. Medidas: 43 x 36 cm. El descenso de Cristo a los infiernos es una de las representaciones más importantes de la iconografía cristiana. Este pasaje era conocido en la antigua Rus desde el siglo XI, aunque alcanzó su máxima popularidad en la segunda mitad del siglo XIV. La iconografía de este pasaje del Nuevo Testamento se desarrolló definitivamente en el siglo XVII en los talleres moscovitas. En este periodo, el icono alcanzó su máxima complejidad, combinando los pasajes del Nuevo y el Antiguo Testamento y, a su vez, componiendo en uno las escenas de la resurrección y el descenso de Cristo a los infiernos. El icono de interés, atrae la atención del espectador en espiral, concentrando la máxima atención en el registro central, donde, a través de una composición compleja y dinámica, se narran simultáneamente la resurrección y el descenso a los infiernos. En ambos casos, la figura de Cristo con mandorla dorada, está rodeada de varios santos, apóstoles y personajes del Antiguo Testamento, como Adán, que se reconoce como un hombre barbudo que sostiene la mano de Cristo. A su vez, esta escena está rodeada por un marco de 16 escenas hagiográficas, que narran diferentes pasajes del Nuevo Testamento, en su mayoría de contenido mariano, aunque hay algunas escenas que relatan la vida de Cristo. Cada escena va acompañada de una inscripción situada en el borde del icono, donde a su vez, en las esquinas del mismo, aparecen los cuatro evangelistas. Las características visuales del icono, ayudan a deducir su periodo cronológico, como finales del siglo XVII. Al mismo tiempo, contiene varios rasgos típicos de la iconografía rusa medieval, que, en suma, pueden indicar que este icono pertenece a los talleres de los Viejos Creyentes. Entre ellos, las cruces de ocho puntas, la bendición con dos dedos y, sobre todo, las inscripciones del borde. Los Viejos Creyentes eran un grupo de ortodoxos que, tras las reformas eclesiásticas de Nikon en 1654, decidieron seguir a su oponente Avvakum, defendiendo los fundamentos tradicionales de la Iglesia Ortodoxa. Huyendo de la persecución, se establecieron en las aldeas de Pomorie, cerca de los Urales y en Siberia, aunque en el siglo XVIII empezaron a asentarse en las zonas septentrionales cercanas a Moscú. La fe de los Viejos Creyentes no se legalizó hasta 1905, lo que impulsó el interés dentro del Imperio ruso por el descubrimiento del patrimonio religioso nacional, además de desarrollar el coleccionismo de iconos antiguos, nunca experimentado hasta entonces.

Icono ruso, probablemente Moscú o escuelas del norte, segunda mitad del siglo XIX. "La protección de la Madre de Dios" o "La Virgen de Pokrov". Temple, pan de oro sobre tabla. Presenta restauraciones. Medidas: 35 x 30 cm. "La Virgen de Pokrov" es una de las iconografías de la Iglesia Ortodoxa Rusa, aunque describe acontecimientos que tuvieron lugar en Constantinopla alrededor del año 910. A priori, la historia se tomó de la biografía de Andrés de Constantinopla, quien, junto con su discípulo Epifanio, vio a la Madre de Dios sobrevolando la iglesia de Santa María de las Blanquernas, cubriendo a los creyentes con su omophorion, como símbolo de protección. En varias ocasiones se modificó el relato, siendo la última la versión del obispo Demetrio de Rostov, compuesta hacia finales del siglo XVII, y en la que se decía que entre los que vieron el milagro estaban Juan el Bautista, Juan el Apóstol, Andrés de Constantinopla y el rey León el Sabio. El significado de este milagro es que la Madre de Dios protegió la ciudad de Constantinopla contra la invasión musulmana. El prototipo del icono de la protección de la Madre de Dios, o, en ruso, de Pokrov, se desarrolla en torno al siglo XIV, aunque tendrá más repercusión en los siglos siguientes. Existen dos tipologías principales de la representación de esta escena. Una, la más antigua, pertenece a la escuela de Nóvgorod. La otra, la que tenemos ante nosotros, se desarrolló en la escuela de Rostov y Suzdal, y se implantó finalmente en la de Moscú. Esta última tipología se distingue por la Madre de Dios representada en el registro central, delante de la iglesia. El omophorion, o el "pokrov", con el que protege a los creyentes, lo sostiene con sus dos manos, en lugar de ser sostenido por los dos ángeles, como lo representarían los pintores de Nóvgorod. Además de los apóstoles, diferentes mártires y Andrés de Constantinopla, en el registro inferior central, justo debajo de la Virgen, aparece un personaje típico de la escuela de Rostov, Román el Méloda, autor de varias canciones dedicadas a la Virgen María. Cabe destacar que a ambos lados de la escena vemos a San Alejo de Roma, o San Alejo el Mendigo, y a la mártir Anisia de Tesalónica. Las características del lote subastado son muy peculiares, y ayudan a determinar la fecha aproximada e incluso la escuela con gran exactitud. La figura central de la Virgen aparece con el rostro ligeramente girado hacia la izquierda, mientras que en la versión tradicional suele ser frontal. Junto con la tipografía, muy ornamental, y las nubes pintadas, imitando la estilística arcaica, se puede concluir que se trata de un icono pintado en los talleres de las escuelas del norte, o más bien en los talleres moscovitas, ambos estilos con muchos puntos en común. Lo más probable es que se trate de los pintores llamados "fedoseevtsy", que eran los Viejos Creyentes del norte de Rusia, que se establecieron en Moscú, en el cementerio Preoobrazhenskoe, hacia 1771, y organizaron allí un taller de pintura de iconos.

Icono ruso de los Talleres de los Viejos Creyentes, siglo XIX. "Resurrección de Cristo, Descenso de Cristo a los infiernos y su vida en 28 escenas hagiográficas". Temple sobre tabla. Presenta daños por humedad, pérdida de la capa pictórica y una grieta en el panel. Medidas: 53 x 42,5 cm. El descenso de Cristo a los infiernos es una de las representaciones más importantes de la iconografía cristiana. Este pasaje era conocido en la antigua Rus desde el siglo XI, aunque alcanzó su máxima popularidad en la segunda mitad del siglo XIV. La iconografía de este pasaje del Nuevo Testamento se desarrolló definitivamente en el siglo XVII en los talleres moscovitas. En este periodo, el icono alcanzó su máxima complejidad, combinando los pasajes del Nuevo y el Antiguo Testamento y, a su vez, componiendo en uno las escenas de la resurrección y el descenso de Cristo a los infiernos. El icono de interés, atrae la atención del espectador por su compleja estructura, concentrando la máxima atención en el registro central, donde, a través de una compleja y dinámica composición, se narran simultáneamente la resurrección y el descenso a los infiernos. En ambos casos, la figura de Cristo, con mandorla dorada, está rodeada de varios santos, apóstoles y personajes del Antiguo Testamento, como Adán, al que se reconoce como un hombre barbudo que sostiene la mano de Cristo. En esta sección es muy llamativa la alegoría del infierno, representado como un ojo y policromado en tonos rojizos. El registro central está rodeado por dos filas de escenas hagiográficas, que relatan pasajes marianos, la vida de Cristo y sus pasiones. Cada una de estas veintiocho escenas sorprende por su calidad pictórica, su gran detalle y su riqueza arquitectónica. Entre este horror vacui destacan una serie de detalles que ayudan a clasificar este icono como perteneciente a los talleres de los Viejos Creyentes. Por ejemplo, la abundancia de inscripciones diversas en los marcos de las escenas-miniaturas, y la tipología de la cruz de ocho puntas, y con una calavera en los pies de Jesucristo, o la bendición con dos dedos, son los signos más evidentes. Los Viejos Creyentes eran un grupo de ortodoxos que, tras las reformas eclesiásticas de Nikon en 1654, decidieron seguir a su oponente Avvakum, defendiendo los fundamentos tradicionales de la Iglesia ortodoxa. Huyendo de la persecución, se establecieron en las aldeas de Pomorie, cerca de los Urales y en Siberia, aunque en el siglo XVIII empezaron a asentarse en las zonas septentrionales cercanas a Moscú. La fe de los Viejos Creyentes no se legalizó hasta 1905, lo que impulsó el interés dentro del Imperio ruso por el descubrimiento del patrimonio religioso nacional, además de desarrollar el coleccionismo de iconos antiguos, nunca experimentado hasta entonces.