Null Escuela española; siglo XVII.

"San Bartolomé".

Óleo sobre lienzo. Repinta…
Descripción

Escuela española; siglo XVII. "San Bartolomé". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta faltas y repintes. Medidas: 74,5 x 60,5 cm. Bartolomé fue uno de los apóstoles de Jesús, y se le menciona en los Evangelios siempre en compañía de Felipe. Según Juan, en cuyo Evangelio aparece con el nombre de Natanael, fue uno de los discípulos a los que se les apareció Jesús en el mar de Tiberíades después de su resurrección. Según los Hechos de los Apóstoles, fue también testigo de la ascensión de Jesús. La tradición recogida por Eusebio de Cesarea cuenta que Bartolomé fue a predicar el Evangelio a la India, donde dejó una copia del Evangelio de Mateo en arameo. La tradición armenia también le atribuye la predicación del cristianismo en el país del Cáucaso, junto con San Judas Tadeo, y ambos son considerados santos patronos de la Iglesia Apostólica Armenia. Su martirio y muerte se atribuyen a Astiages, rey de Armenia y hermano del rey Polimio, a quien el santo había convertido al cristianismo. Cuando los sacerdotes de los templos paganos, que se estaban quedando sin adeptos, protestaron ante Astiages por la labor evangelizadora de Bartolomé, el soberano lo mandó llamar y le ordenó que adorara a sus ídolos, tal como había hecho con su hermano. Cuando el santo se negó, el rey ordenó que lo desollaran vivo en su presencia hasta que renunciara a Dios o muriera. La imagen de San Bartolomé ha sufrido pocas modificaciones a lo largo de la historia del arte, y es habitual representar al santo en el momento del martirio. Así, se le suele representar desollado, ya sea en un potro o atado a un árbol. También se le ha representado haciendo milagros: resucitando a los hijos del rey Polimio y liberando a su hija, que estaba poseída por el demonio. En raras ocasiones se le representa siendo azotado. A veces se le representa con un gran cuchillo, en alusión a su martirio, según el cual fue desollado vivo, por lo que es el patrón de los curtidores. En relación con su martirio, también se le muestra a veces desollado, con la piel sujeta en el brazo como si fuera una prenda de vestir. La obra tiene similitudes en su composición y ejecución con algunas piezas de Francisco Herrera el Viejo (Sevilla, 1573-1656), como su obra de San Pedro, donde se aprecia un tratamiento muy similar; el santo en primer plano, sobre un fondo indeterminado, retratado con un busto alargado, sosteniendo su atributo iconográfico. Francisco Herrera comenzó su formación junto a Francisco Pacheco, pero pronto Herrera rompió con el estilo tímido y las tradiciones italianas de la pintura española de su tiempo, y se convirtió en el pionero de un estilo audaz, vigoroso, eficaz y natural. Herrera fue el primero en utilizar pinceles largos, lo que puede explicar, en parte, su técnica "moderna" y su hábil pincelada. Su gran talento le proporcionó muchos alumnos, a los que su temperamento fogoso y sus modales rudos pronto ahuyentaron. Velázquez, a la edad de trece años, fue puesto a cargo de este gran maestro, y permaneció con él durante un año. Los cuadros de Herrera están llenos de energía, el dibujo es impecable y el colorido tan hábilmente tratado que las figuras destacan con un espléndido relieve. Muchos de sus pequeños cuadros de caballete, realizados al óleo, representan ferias, bailes, interiores de posadas y tratan de la vida íntima de España. Sus grandes obras son casi todas religiosas. En Sevilla pintó un "San Pedro" para la catedral y un "Juicio Final" para la iglesia de San Bernardo, esta última considerada su obra maestra. Tras realizar numerosos encargos en su ciudad natal, se trasladó a Madrid (1650), donde alcanzó gran fama, pero finalmente regresó a Sevilla.

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Escuela española; siglo XVII. "San Bartolomé". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta faltas y repintes. Medidas: 74,5 x 60,5 cm. Bartolomé fue uno de los apóstoles de Jesús, y se le menciona en los Evangelios siempre en compañía de Felipe. Según Juan, en cuyo Evangelio aparece con el nombre de Natanael, fue uno de los discípulos a los que se les apareció Jesús en el mar de Tiberíades después de su resurrección. Según los Hechos de los Apóstoles, fue también testigo de la ascensión de Jesús. La tradición recogida por Eusebio de Cesarea cuenta que Bartolomé fue a predicar el Evangelio a la India, donde dejó una copia del Evangelio de Mateo en arameo. La tradición armenia también le atribuye la predicación del cristianismo en el país del Cáucaso, junto con San Judas Tadeo, y ambos son considerados santos patronos de la Iglesia Apostólica Armenia. Su martirio y muerte se atribuyen a Astiages, rey de Armenia y hermano del rey Polimio, a quien el santo había convertido al cristianismo. Cuando los sacerdotes de los templos paganos, que se estaban quedando sin adeptos, protestaron ante Astiages por la labor evangelizadora de Bartolomé, el soberano lo mandó llamar y le ordenó que adorara a sus ídolos, tal como había hecho con su hermano. Cuando el santo se negó, el rey ordenó que lo desollaran vivo en su presencia hasta que renunciara a Dios o muriera. La imagen de San Bartolomé ha sufrido pocas modificaciones a lo largo de la historia del arte, y es habitual representar al santo en el momento del martirio. Así, se le suele representar desollado, ya sea en un potro o atado a un árbol. También se le ha representado haciendo milagros: resucitando a los hijos del rey Polimio y liberando a su hija, que estaba poseída por el demonio. En raras ocasiones se le representa siendo azotado. A veces se le representa con un gran cuchillo, en alusión a su martirio, según el cual fue desollado vivo, por lo que es el patrón de los curtidores. En relación con su martirio, también se le muestra a veces desollado, con la piel sujeta en el brazo como si fuera una prenda de vestir. La obra tiene similitudes en su composición y ejecución con algunas piezas de Francisco Herrera el Viejo (Sevilla, 1573-1656), como su obra de San Pedro, donde se aprecia un tratamiento muy similar; el santo en primer plano, sobre un fondo indeterminado, retratado con un busto alargado, sosteniendo su atributo iconográfico. Francisco Herrera comenzó su formación junto a Francisco Pacheco, pero pronto Herrera rompió con el estilo tímido y las tradiciones italianas de la pintura española de su tiempo, y se convirtió en el pionero de un estilo audaz, vigoroso, eficaz y natural. Herrera fue el primero en utilizar pinceles largos, lo que puede explicar, en parte, su técnica "moderna" y su hábil pincelada. Su gran talento le proporcionó muchos alumnos, a los que su temperamento fogoso y sus modales rudos pronto ahuyentaron. Velázquez, a la edad de trece años, fue puesto a cargo de este gran maestro, y permaneció con él durante un año. Los cuadros de Herrera están llenos de energía, el dibujo es impecable y el colorido tan hábilmente tratado que las figuras destacan con un espléndido relieve. Muchos de sus pequeños cuadros de caballete, realizados al óleo, representan ferias, bailes, interiores de posadas y tratan de la vida íntima de España. Sus grandes obras son casi todas religiosas. En Sevilla pintó un "San Pedro" para la catedral y un "Juicio Final" para la iglesia de San Bernardo, esta última considerada su obra maestra. Tras realizar numerosos encargos en su ciudad natal, se trasladó a Madrid (1650), donde alcanzó gran fama, pero finalmente regresó a Sevilla.

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