Null Escuela española; principios del siglo XVII.

"Niño Jesús triunfando sobre …
Descripción

Escuela española; principios del siglo XVII. "Niño Jesús triunfando sobre el mal". Óleo sobre lienzo. Redibujado. Presenta faltas y restauraciones. Medidas: 86 x 61 cm. Pintura devocional, donde el artista ha representado al Niño Jesús como único protagonista de la escena. La figura de Cristo se inscribe en un exterior dominado en su gran mayoría por la luz que emana del rompimiento de gloria en la zona superior. Sin embargo, en la parte inferior del lienzo, el dorado del cielo se contrarresta con los tonos fríos de esta zona, definida por azules y verdosos. Volviendo a la presencia del Niño, cabe destacar sus grandes dimensiones, característica que, junto con su posición central en la composición y la ausencia de grandes elementos que distorsionen la visión del espectador, ofrecen una visión monumental del infante, eliminando así su aura infantil y mostrando su sufrimiento a través del simbolismo, como por ejemplo con el uso de la túnica morada, que intenta reflejar la penitencia de Cristo. Junto al Niño, se observan varios atributos iconográficos, en primer lugar, una gran bola azul, colocada a los pies de Jesús, que representa el mundo. Esta representación puede vincularse a la iconografía del Niño de la Bola, que alude a la universalidad de la doctrina cristiana, y consiste en la representación del Niño Jesús con una esfera que representa el universo, colocada en su mano o bajo sus pies. Es un Niño Triunfante, Salvador del Mundo, y simboliza la idea de Jesús como hombre y salvador, señor de toda la Tierra, a la que redime con su muerte y resurrección. Es una iconografía que combina el poder y la gracia divinos con la feliz inocencia y la humilde condición de Dios encarnado: la omnipotencia del Hijo. Además, en la composición se aprecian otros elementos, como la cruz de cañas, que es una representación del calvario de Cristo, y junto a la bola, la serpiente del pecado original, con su correspondiente manzana en la boca y la presencia de un ser antropomórfico, en el que se funde el cuerpo de un reptil con un rostro humano, ejemplificando así el mal. La posición del Niño Jesús en estas dos representaciones iconográficas muestra al espectador un Niño triunfante sobre el mal, representando el concepto del cristianismo, en el que la virtud siempre triunfa sobre el pecado. A lo largo de su historia, y especialmente en la Edad Moderna, el arte cristiano se deleitó en proyectar la sombra de la cruz sobre la inocente infancia de Jesús. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al que estaba predestinado estaba destinado a conmover los corazones. Esta idea ya era conocida por los teólogos de la Edad Media, pero los artistas de la época la expresaron con discreción. Fue sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde este presentimiento fúnebre de la Pasión se expresó mediante alusiones transparentes, como vemos aquí.

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Escuela española; principios del siglo XVII. "Niño Jesús triunfando sobre el mal". Óleo sobre lienzo. Redibujado. Presenta faltas y restauraciones. Medidas: 86 x 61 cm. Pintura devocional, donde el artista ha representado al Niño Jesús como único protagonista de la escena. La figura de Cristo se inscribe en un exterior dominado en su gran mayoría por la luz que emana del rompimiento de gloria en la zona superior. Sin embargo, en la parte inferior del lienzo, el dorado del cielo se contrarresta con los tonos fríos de esta zona, definida por azules y verdosos. Volviendo a la presencia del Niño, cabe destacar sus grandes dimensiones, característica que, junto con su posición central en la composición y la ausencia de grandes elementos que distorsionen la visión del espectador, ofrecen una visión monumental del infante, eliminando así su aura infantil y mostrando su sufrimiento a través del simbolismo, como por ejemplo con el uso de la túnica morada, que intenta reflejar la penitencia de Cristo. Junto al Niño, se observan varios atributos iconográficos, en primer lugar, una gran bola azul, colocada a los pies de Jesús, que representa el mundo. Esta representación puede vincularse a la iconografía del Niño de la Bola, que alude a la universalidad de la doctrina cristiana, y consiste en la representación del Niño Jesús con una esfera que representa el universo, colocada en su mano o bajo sus pies. Es un Niño Triunfante, Salvador del Mundo, y simboliza la idea de Jesús como hombre y salvador, señor de toda la Tierra, a la que redime con su muerte y resurrección. Es una iconografía que combina el poder y la gracia divinos con la feliz inocencia y la humilde condición de Dios encarnado: la omnipotencia del Hijo. Además, en la composición se aprecian otros elementos, como la cruz de cañas, que es una representación del calvario de Cristo, y junto a la bola, la serpiente del pecado original, con su correspondiente manzana en la boca y la presencia de un ser antropomórfico, en el que se funde el cuerpo de un reptil con un rostro humano, ejemplificando así el mal. La posición del Niño Jesús en estas dos representaciones iconográficas muestra al espectador un Niño triunfante sobre el mal, representando el concepto del cristianismo, en el que la virtud siempre triunfa sobre el pecado. A lo largo de su historia, y especialmente en la Edad Moderna, el arte cristiano se deleitó en proyectar la sombra de la cruz sobre la inocente infancia de Jesús. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al que estaba predestinado estaba destinado a conmover los corazones. Esta idea ya era conocida por los teólogos de la Edad Media, pero los artistas de la época la expresaron con discreción. Fue sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde este presentimiento fúnebre de la Pasión se expresó mediante alusiones transparentes, como vemos aquí.

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