Null Escuela española, seguidor de EL GRECO DOMENIKOS THEOTOKOPOULOS (Candia, Gr…
Descripción

Escuela española, seguidor de EL GRECO DOMENIKOS THEOTOKOPOULOS (Candia, Grecia, 1541 - Toledo, 1614); siglo XVII. "El velo de la Verónica". Óleo sobre lienzo. Repintado. Suciedad. Imperfecto y perdido. Medidas: 68 x 68 cm. La escena aquí representada, que más tarde daría lugar a la iconografía de la Santa Faz, propia de la pintura devocional, es un episodio ocurrido durante la Pasión de Cristo. Agotado por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por los sufrimientos físicos y morales que se le infligieron la noche anterior, y sin haber dormido, Jesús apenas pudo dar unos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Luego siguieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas expectantes de la multitud. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y con todas sus fuerzas, consiguió levantarse y seguir su camino. Según las interpretaciones teológicas, Jesús nos invita con sus acciones a cargar con nuestra cruz y a seguirle, nos enseña que también nosotros podemos caer, y que debemos comprender a los que caen; que ninguno de nosotros debe permanecer postrado, todos debemos levantarnos con humildad y confianza, buscando su ayuda y su perdón. La escena representada aquí es el resultado del momento concreto en que, camino del Calvario, una mujer se quitó el velo para limpiar con él el rostro del Mesías. En el pañuelo de lino quedó impresa la imagen del rostro de Jesucristo, que se conservó milagrosamente a lo largo de los siglos y se convirtió en objeto de culto. La mujer se llamaría más tarde Verónica, cuya etimología deriva del latín "verum" (verdadero) y del griego "eikon" (imagen). En la presente obra podemos apreciar varios de los aspectos identificativos del estilo de El Greco, aquellos que dotaron a su obra de un carácter totalmente personal. El Greco adquirió su paleta personal durante su estancia en Venecia entre 1567 y 1570. A partir de entonces adquirirá un color vivo y destacado, así como una pincelada suelta y ágil. Es un color artificial, totalmente anticlásico y manierista, puramente conceptual. Sus tonos están intensamente aclarados por la luz, especialmente sus grises metálicos, muy elaborados y cambiantes, como vemos aquí en el fondo y en el rostro de la figura. El estilo de El Greco era plenamente manierista, de ahí el alargamiento del canon, que llega a las doce cabezas, y la torsión de las anatomías, que son muy expresivas y pueden llegar a rozar la deformidad, aunque basadas en su conocimiento de la estatuaria clásica.

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Escuela española, seguidor de EL GRECO DOMENIKOS THEOTOKOPOULOS (Candia, Grecia, 1541 - Toledo, 1614); siglo XVII. "El velo de la Verónica". Óleo sobre lienzo. Repintado. Suciedad. Imperfecto y perdido. Medidas: 68 x 68 cm. La escena aquí representada, que más tarde daría lugar a la iconografía de la Santa Faz, propia de la pintura devocional, es un episodio ocurrido durante la Pasión de Cristo. Agotado por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por los sufrimientos físicos y morales que se le infligieron la noche anterior, y sin haber dormido, Jesús apenas pudo dar unos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Luego siguieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas expectantes de la multitud. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y con todas sus fuerzas, consiguió levantarse y seguir su camino. Según las interpretaciones teológicas, Jesús nos invita con sus acciones a cargar con nuestra cruz y a seguirle, nos enseña que también nosotros podemos caer, y que debemos comprender a los que caen; que ninguno de nosotros debe permanecer postrado, todos debemos levantarnos con humildad y confianza, buscando su ayuda y su perdón. La escena representada aquí es el resultado del momento concreto en que, camino del Calvario, una mujer se quitó el velo para limpiar con él el rostro del Mesías. En el pañuelo de lino quedó impresa la imagen del rostro de Jesucristo, que se conservó milagrosamente a lo largo de los siglos y se convirtió en objeto de culto. La mujer se llamaría más tarde Verónica, cuya etimología deriva del latín "verum" (verdadero) y del griego "eikon" (imagen). En la presente obra podemos apreciar varios de los aspectos identificativos del estilo de El Greco, aquellos que dotaron a su obra de un carácter totalmente personal. El Greco adquirió su paleta personal durante su estancia en Venecia entre 1567 y 1570. A partir de entonces adquirirá un color vivo y destacado, así como una pincelada suelta y ágil. Es un color artificial, totalmente anticlásico y manierista, puramente conceptual. Sus tonos están intensamente aclarados por la luz, especialmente sus grises metálicos, muy elaborados y cambiantes, como vemos aquí en el fondo y en el rostro de la figura. El estilo de El Greco era plenamente manierista, de ahí el alargamiento del canon, que llega a las doce cabezas, y la torsión de las anatomías, que son muy expresivas y pueden llegar a rozar la deformidad, aunque basadas en su conocimiento de la estatuaria clásica.

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