Null Escuela cordobesa; finales del siglo XVII.

"Huida a Egipto".

Óleo sobre l…
Descripción

Escuela cordobesa; finales del siglo XVII. "Huida a Egipto". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta inscripciones borradas en el reverso y repintado. Medidas: 35,5 x 45,5 cm. La huida a Egipto es un episodio del Evangelio de Mateo muy tratado en el arte, frecuentemente utilizado para identificar a la Sagrada Familia con los desfavorecidos por la emigración y la represión política. El brevísimo relato del Nuevo Testamento cuenta cómo un ángel se le aparece en sueños a San José y le dice que debe huir a Egipto con María y el niño, porque el rey Herodes lo estaba buscando para matarlo. José obedece, y al cabo de un tiempo se le ordena que regrese, de forma similar. El propio evangelista ve en el episodio el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento: "de Egipto llamé a mi hijo" (Oseas 11:1). En los Evangelios apócrifos y en la tradición cristiana posterior, este episodio se ampliará con multitud de anécdotas y milagros que ocurren durante el viaje, entre los que se encuentra el descanso durante la huida a Egipto, pausa obligada para que la Virgen amamante al Niño. En este caso concreto, el autor ha representado la escena narrada en los Evangelios apócrifos, ya que se puede ver a la Virgen sosteniendo al Niño contra su pecho. Ambas figuras se sitúan en el centro de la escena, en una posición elevada con respecto al resto de las figuras, debido a que van montadas en un potro. La imagen se completa con la figura de dos ángeles que parecen guiar el camino, y a la izquierda del Niño y la Virgen, San José, de pie, sosteniendo el asno. Tanto la representación del ideal de familia que se presenta en esta obra, como los tonos contrastados utilizados en la escena, sitúan la obra en el periodo barroco. El siglo XVII marca la llegada del Barroco a la escuela andaluza, con el triunfo del naturalismo sobre el idealismo manierista, un estilo suelto y muchas otras libertades estéticas. En esta época la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de sus obras como por el estatus primordial de la pintura barroca sevillana. Así, en la transición al Barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, cuyas obras ya muestran la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y a Juan de Roelas, que introduce el colorismo veneciano. A mediados de siglo se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formaron muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.

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Escuela cordobesa; finales del siglo XVII. "Huida a Egipto". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta inscripciones borradas en el reverso y repintado. Medidas: 35,5 x 45,5 cm. La huida a Egipto es un episodio del Evangelio de Mateo muy tratado en el arte, frecuentemente utilizado para identificar a la Sagrada Familia con los desfavorecidos por la emigración y la represión política. El brevísimo relato del Nuevo Testamento cuenta cómo un ángel se le aparece en sueños a San José y le dice que debe huir a Egipto con María y el niño, porque el rey Herodes lo estaba buscando para matarlo. José obedece, y al cabo de un tiempo se le ordena que regrese, de forma similar. El propio evangelista ve en el episodio el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento: "de Egipto llamé a mi hijo" (Oseas 11:1). En los Evangelios apócrifos y en la tradición cristiana posterior, este episodio se ampliará con multitud de anécdotas y milagros que ocurren durante el viaje, entre los que se encuentra el descanso durante la huida a Egipto, pausa obligada para que la Virgen amamante al Niño. En este caso concreto, el autor ha representado la escena narrada en los Evangelios apócrifos, ya que se puede ver a la Virgen sosteniendo al Niño contra su pecho. Ambas figuras se sitúan en el centro de la escena, en una posición elevada con respecto al resto de las figuras, debido a que van montadas en un potro. La imagen se completa con la figura de dos ángeles que parecen guiar el camino, y a la izquierda del Niño y la Virgen, San José, de pie, sosteniendo el asno. Tanto la representación del ideal de familia que se presenta en esta obra, como los tonos contrastados utilizados en la escena, sitúan la obra en el periodo barroco. El siglo XVII marca la llegada del Barroco a la escuela andaluza, con el triunfo del naturalismo sobre el idealismo manierista, un estilo suelto y muchas otras libertades estéticas. En esta época la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de sus obras como por el estatus primordial de la pintura barroca sevillana. Así, en la transición al Barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, cuyas obras ya muestran la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y a Juan de Roelas, que introduce el colorismo veneciano. A mediados de siglo se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formaron muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.

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