Taller de BARTOLOMÉ ESTABAN MURILLO (Sevilla, 1617 - Cádiz, 1682).

"Virgen de l…
Descripción

Taller de BARTOLOMÉ ESTABAN MURILLO (Sevilla, 1617 - Cádiz, 1682). "Virgen de la Merced". Óleo sobre lienzo. Medidas: 56 x 41,5 cm. Sobriedad, sutileza y elegancia se dan cita en esta escena devocional, antiguamente atribuida a Murillo, por el experto Don Ramón Aznar. En el centro de la composición, la Virgen entronizada, con cara de angelitos, sostiene al Niño en su regazo. Es una escena maternal e íntima, definida por la actitud infantil del Niño, que juega con el escapulario. Ninguno de los personajes se mira entre sí, ni se dirige al espectador, sino que parecen concentrarse en sus propios pensamientos y destinos. Sin embargo, la calidez de las escenas se ve acentuada por el fondo neutro, dorado y descolorido. Esta característica recuerda en gran medida a las obras del discípulo de Murillo, Francisco Meneses Osorio, como la Virgen de la Asunción, perteneciente a la Colección Wallage. La Virgen de la Merced es una advocación mariana de la Virgen María, cuya devoción se originó en Cataluña. En torno a ella se fundó la Orden de la Merced, iniciada por San Pedro Nolasco a principios del siglo XIII. Fueron los monjes mercedarios quienes difundieron su culto por España, Francia e Italia a partir de esa fecha. La iconografía de las representaciones de la Virgen de la Merced adquirió su forma definitiva en el siglo XVI, y consiste en el hábito mercedario con túnica, escapulario y manto, todo de color blanco, con el escudo mercedario en el pecho. Suele aparecer con corona de reina y también con el cetro en la mano derecha. El colorido de esta obra es suave y apacible, y está en consonancia con el espíritu de la pintura sevillana de finales del siglo XVII, y también con el sentido creativo de Meneses Osorio y sus discípulos, en definitiva, todos ellos seguidores del estilo del gran Bartolomé Esteban Murillo, cuya obra recuerda mucho aquí. Osorio nació en Sevilla y se cree que murió allí. Se sabe muy poco de su vida. Fue alumno e imitador de Murillo, y se ha sugerido que algunas de las obras atribuidas a Murillo fueron pintadas por Osorio. Sabemos que Murillo le consideraba su amigo, que fue un gran conocido de Juan Garzón, con quien trabajó como secretario, y que posteriormente fue presidente de la Academia de Sevilla. Mientras permaneció en esa ciudad alcanzó gran reputación y notoriedad. Se dice que esta reputación fue descartada tras su muerte porque se consideró que algunas de sus copias de las obras de Murillo eran tan precisas que debería haber firmado con el nombre del maestro. De hecho, se sugirió que dos de sus copias habían sido aceptadas como obras genuinas de Murillo. Se dice que él y Murillo trabajaron juntos en la iglesia de los Capuchinos de Cádiz. Su principal obra fue pintada para la iglesia de San Martín de Madrid, y representa al profeta Elías. Hay obras suyas en los museos de Cádiz y Sevilla, esta última relacionada con la Orden de San Francisco. Una obra que representa a Santa Catalina, que se conserva en Cádiz, se dice que tenía una especial devoción por San Felipe Neri y que fue enterrado en la iglesia dedicada a este santo.

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Taller de BARTOLOMÉ ESTABAN MURILLO (Sevilla, 1617 - Cádiz, 1682). "Virgen de la Merced". Óleo sobre lienzo. Medidas: 56 x 41,5 cm. Sobriedad, sutileza y elegancia se dan cita en esta escena devocional, antiguamente atribuida a Murillo, por el experto Don Ramón Aznar. En el centro de la composición, la Virgen entronizada, con cara de angelitos, sostiene al Niño en su regazo. Es una escena maternal e íntima, definida por la actitud infantil del Niño, que juega con el escapulario. Ninguno de los personajes se mira entre sí, ni se dirige al espectador, sino que parecen concentrarse en sus propios pensamientos y destinos. Sin embargo, la calidez de las escenas se ve acentuada por el fondo neutro, dorado y descolorido. Esta característica recuerda en gran medida a las obras del discípulo de Murillo, Francisco Meneses Osorio, como la Virgen de la Asunción, perteneciente a la Colección Wallage. La Virgen de la Merced es una advocación mariana de la Virgen María, cuya devoción se originó en Cataluña. En torno a ella se fundó la Orden de la Merced, iniciada por San Pedro Nolasco a principios del siglo XIII. Fueron los monjes mercedarios quienes difundieron su culto por España, Francia e Italia a partir de esa fecha. La iconografía de las representaciones de la Virgen de la Merced adquirió su forma definitiva en el siglo XVI, y consiste en el hábito mercedario con túnica, escapulario y manto, todo de color blanco, con el escudo mercedario en el pecho. Suele aparecer con corona de reina y también con el cetro en la mano derecha. El colorido de esta obra es suave y apacible, y está en consonancia con el espíritu de la pintura sevillana de finales del siglo XVII, y también con el sentido creativo de Meneses Osorio y sus discípulos, en definitiva, todos ellos seguidores del estilo del gran Bartolomé Esteban Murillo, cuya obra recuerda mucho aquí. Osorio nació en Sevilla y se cree que murió allí. Se sabe muy poco de su vida. Fue alumno e imitador de Murillo, y se ha sugerido que algunas de las obras atribuidas a Murillo fueron pintadas por Osorio. Sabemos que Murillo le consideraba su amigo, que fue un gran conocido de Juan Garzón, con quien trabajó como secretario, y que posteriormente fue presidente de la Academia de Sevilla. Mientras permaneció en esa ciudad alcanzó gran reputación y notoriedad. Se dice que esta reputación fue descartada tras su muerte porque se consideró que algunas de sus copias de las obras de Murillo eran tan precisas que debería haber firmado con el nombre del maestro. De hecho, se sugirió que dos de sus copias habían sido aceptadas como obras genuinas de Murillo. Se dice que él y Murillo trabajaron juntos en la iglesia de los Capuchinos de Cádiz. Su principal obra fue pintada para la iglesia de San Martín de Madrid, y representa al profeta Elías. Hay obras suyas en los museos de Cádiz y Sevilla, esta última relacionada con la Orden de San Francisco. Una obra que representa a Santa Catalina, que se conserva en Cádiz, se dice que tenía una especial devoción por San Felipe Neri y que fue enterrado en la iglesia dedicada a este santo.

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