Null Escuela sevillana; primera mitad del siglo XVIII.

"Virgen de la antigua co…
Descripción

Escuela sevillana; primera mitad del siglo XVIII. "Virgen de la antigua con donante". Óleo sobre lienzo. Reforzado. Tiene un marco de época. Medidas: 125 x 85 cm; 139 x 93 cm (marco). Obra devocional, protagonizada por la Virgen, el Niño, varios ángeles y un obispo. En el centro, de pie frente al espectador, está la Virgen, vestida con túnica y manto dorado. Sostiene un clavel en una mano, mientras que con la otra sostiene a su hijo. Un niño, también vestido con túnica dorada, está sentado, sosteniendo un pequeño pájaro en una de sus manos, mientras con la otra hace el gesto de la bendición, que parece dirigirse al espectador. A su lado, arrodillado, se encuentra la figura de un religioso, cuya mitra y báculo le hacen parecer una figura de santidad. Les muestra una construcción arquitectónica que, por sus características, probablemente representa la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla, cuyas obras se iniciaron en 1618. La escena se completa con dos filacterias, en una de las cuales sólo se lee el Ave María, mientras que la otra contiene un verso de la Salve Regina. "Exsules filii Hevae, ad te suspiramus" (Los hijos desterrados de Eva; por ti suspiramos). El siglo XVII vio la llegada del barroco a la escuela sevillana, con el triunfo del naturalismo sobre el idealismo manierista, un estilo suelto y muchas otras libertades estéticas. En esta época la escuela alcanzó su mayor esplendor, tanto por la calidad de sus obras como por el estatus primordial de la pintura barroca sevillana. Así, en la transición al Barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, cuyas obras ya muestran la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y a Juan de Roelas, que introduce el colorismo veneciano. A mediados de siglo se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formaron muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.

Escuela sevillana; primera mitad del siglo XVIII. "Virgen de la antigua con donante". Óleo sobre lienzo. Reforzado. Tiene un marco de época. Medidas: 125 x 85 cm; 139 x 93 cm (marco). Obra devocional, protagonizada por la Virgen, el Niño, varios ángeles y un obispo. En el centro, de pie frente al espectador, está la Virgen, vestida con túnica y manto dorado. Sostiene un clavel en una mano, mientras que con la otra sostiene a su hijo. Un niño, también vestido con túnica dorada, está sentado, sosteniendo un pequeño pájaro en una de sus manos, mientras con la otra hace el gesto de la bendición, que parece dirigirse al espectador. A su lado, arrodillado, se encuentra la figura de un religioso, cuya mitra y báculo le hacen parecer una figura de santidad. Les muestra una construcción arquitectónica que, por sus características, probablemente representa la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla, cuyas obras se iniciaron en 1618. La escena se completa con dos filacterias, en una de las cuales sólo se lee el Ave María, mientras que la otra contiene un verso de la Salve Regina. "Exsules filii Hevae, ad te suspiramus" (Los hijos desterrados de Eva; por ti suspiramos). El siglo XVII vio la llegada del barroco a la escuela sevillana, con el triunfo del naturalismo sobre el idealismo manierista, un estilo suelto y muchas otras libertades estéticas. En esta época la escuela alcanzó su mayor esplendor, tanto por la calidad de sus obras como por el estatus primordial de la pintura barroca sevillana. Así, en la transición al Barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, cuyas obras ya muestran la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y a Juan de Roelas, que introduce el colorismo veneciano. A mediados de siglo se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formaron muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.

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