Attributed to CORRADO GIAQUINTO (Italy, 1703 - 1765/66). Atribuido a CORRADO GIA…
Descripción

Attributed to CORRADO GIAQUINTO (Italy, 1703 - 1765/66).

Atribuido a CORRADO GIAQUINTO (Italia, 1703 - 1765/66). "San Isidro el campesino". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta faltas y repintes. Necesita ser limpiado. Medidas: 52,5 x 34 cm. La presente obra representa la apoteosis de San Isidro, ésta sigue fielmente los modelos establecidos por Corrado Giaquinto, en el fresco realizado para la capilla del Palacio Real de Madrid, pintado por el artista italiano entre 1759 y 1760. La obra también guarda un gran parecido con una obra del mismo tema que se encuentra en la colección del Museo de San Isidro de Madrid, y con el boceto del fresco mencionado anteriormente, que se encuentra en la Casita del Príncipe de El Escorial. Es interesante mencionar la representación de la Apoteosis del Santo, ya que este patrón iconográfico sólo se había utilizado anteriormente para decorar la arquitectura efímera de las fiestas del santo en 1620. Pero no se repitió hasta el siglo XVIII, cuando Van Loo eligió el tema para decorar la Iglesia de San Isidro en Roma. En España, sin embargo, fue Corrado Giaquinto quien introdujo esta representación del santo, convirtiéndola en un éxito. San Isidro Labrado (Madrid, 1080-1172) fue beatificado por Pablo V en 1619 y canonizado en 1622 por Gregorio XV. Fue declarado patrón de los agricultores españoles por Juan XXIII en 1960. A este santo se le atribuyen varios milagros, entre los más famosos el del pozo en el que, gracias a su oración, las aguas subieron para que su hijo, que se había caído, pudiera ser rescatado. Otra es aquella en la que los ángeles ayudan al santo a arar un campo, permitiéndole así detenerse a rezar en todas las parroquias por las que pasaba de camino al trabajo. Su representación iconográfica está directamente relacionada con su trabajo como agricultor, siendo sus símbolos más frecuentes las herramientas del campo, como la azada o la pala. También se le suele representar con un rosario, rejas o espigas. Por sus características formales, la presente obra se atribuye a Corrado Giaquinto, pintor italiano del siglo XVIII considerado como el máximo representante de la pintura rococó en Roma de la época. Debido a su maestría compositiva y al uso magistral del color, el artista italiano se convirtió en un punto de referencia para varias generaciones de pintores españoles. Máximo representante de la pintura rococó en Roma en la primera mitad del siglo XVIII, la obra de Giaquinto fue un punto de referencia para varias generaciones de pintores españoles. Nombrado pintor de Fernando VI en 1753 y hasta 1762, fue también director artístico de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su lenguaje, que se inició en el rococó y evolucionó en una dirección cada vez más clásica, se caracteriza por un gran sentido de la escenografía y unas sutilezas cromáticas de extraordinaria belleza. Estos dos rasgos son claramente evidentes aquí; la composición es totalmente teatral, con la claridad del clasicismo combinada con el dinamismo elegante y grácil del rococó. El escenario se organiza en profundidad, jugando con la posición de los cúmulos de nubes y buscando una representación naturalista del espacio, con un sentido de la escenografía heredado del Barroco. El de Giaquinto es un rococó de influencia clásica, y sus obras denotarán cada vez más un clasicismo más sólido: composiciones de mayor claridad espacial, como vemos aquí, pobladas de figuras solemnes con gestos vivos.

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