Attributed to CORRADO GIAQUINTO (Italy, 1703 - 1765/66).

Atribuido a CORRADO GIAQUINTO (Italia, 1703 - 1765/66). "Santa María de la Cabeza". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta faltas y repintes. Necesita limpieza. Medidas: 52,5 x 34 cm. En esta escena religiosa, una santa se sitúa en el centro de un rompimiento de gloria, protagonizado por numerosos ángeles, que acompañan y apoyan a la Santa. Por su vestimenta y el atributo que lleva en la mano, es posible que se trate de una representación de María Toribia, campesina española, canonizada por la Iglesia Católica Romana y conocida como Santa María de la Cabeza. Se desconoce la fecha de nacimiento de Santa María de la Cabeza, pero fue a finales del siglo XI o principios del XII. La santa vivió en Madrid, donde conoció y se casó con Isidro, un sencillo campesino madrileño (que, según algunas fuentes, había huido allí como consecuencia de la invasión almorávide). Según la leyenda, un día el hijo de ambos se cayó a un profundo pozo, por lo que a los padres no les quedó más remedio que rezar. Milagrosamente, el nivel del agua subió de repente hasta el nivel del suelo, y el bebé fue rescatado sin problemas e ileso. Como resultado, ella y su marido se comprometieron a la abstinencia sexual como forma de devoción. Por sus características formales, esta obra se atribuye a Corrado Giaquinto, pintor italiano de mediados del siglo XVIII, considerado el máximo representante de la pintura rococó en Roma en aquella época. Debido a su maestría compositiva y al uso magistral del color, el artista italiano se convirtió en un punto de referencia para varias generaciones de pintores españoles. Máximo representante de la pintura rococó en Roma en la primera mitad del siglo XVIII, la obra de Giaquinto fue un punto de referencia para varias generaciones de pintores españoles. Nombrado pintor de Fernando VI en 1753 y hasta 1762, fue también director artístico de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su lenguaje, que se inició en el rococó y evolucionó en una dirección cada vez más clásica, se caracteriza por un gran sentido de la escenografía y unas sutilezas cromáticas de extraordinaria belleza. Estos dos rasgos son claramente evidentes aquí; la composición es totalmente teatral, con la claridad del clasicismo combinada con el elegante y grácil dinamismo del rococó. El escenario se organiza en profundidad, jugando con la posición de los cúmulos de nubes y buscando una representación naturalista del espacio, con un sentido de la escenografía heredado del Barroco. El de Giaquinto es un rococó de influencia clásica, y sus obras denotarán cada vez más un clasicismo más sólido: composiciones de mayor claridad espacial, como vemos aquí, pobladas de figuras solemnes con gestos vivos.