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# PABLO PICASSO (1881-1973) TÊTE DE JEUNE HOMME BARBU, 1967 Encre et crayon gras blanc sur papier teinté Signée, dédicacée 'Pour Jean Ramié' et datée '18.9.67' en bas à droite Tinta y lápiz de cera blanco sobre papel de color; firmado, dedicado 'Pour Jean Ramié' y fechado '18.9.67' abajo a la derecha 54,2 X 37 CM - 21 3/8 X 14 5/8 IN. Un certificat de Monsieur Claude Picasso, en date du 10 novembre 2020, sera remis à l'acquéreur. Durante toda su vida, Pablo Picasso no dejó de dibujar y, en su obra gráfica, la descripción de la figura humana, sola o acompañada, ocupa un lugar de primer plano. Este gran folio, fechado el 18 de septiembre de 1967 y numerado "II", representa a un joven barbilampiño en un plano muy amplio, con el dibujo justo debajo de las escápulas. Légèrement tourné vers la droite, il a pour fond un lavis d'encre noire qui se confond avec la partie gauche de son visage laissée dans l'ombre. Con la ayuda de un lápiz de color blanco, aplicado con gran espontaneidad, Picasso describe, sin las deformaciones que tanto le gustan, las características físicas de su modelo: una frente ligeramente abombada, dos grandes ojos expresivos, un pie derecho, una mejilla labiada y un cuello de barba. La pose en tres cuartos y el plano superior sombrío recuerdan a la pintura flamenca y holandesa, pero también a la pintura del Siglo de Oro español que Picasso estudió con detenimiento en su madurez artística. Pero la gran dulzura y la verdad psicológica que se desprenden de esta cabeza de hombre, que tiene la fuerza plástica de un cuadro, evocan quizás aún más al Baldassare Castiglione del Museo del Louvre en el que Rafael campea, hacia 1514-1515, la encarnación más perfecta del gentilismo del Renacimiento italiano: l'homme de cour du Livre du Courtisan, aux sentiments riches mais manifestés avec discrétion. Un ideal al que Picasso aspiraba con seguridad. Pablo Picasso practicó el dibujo durante toda su vida, y la figura humana, sola o acompañada, desempeña un papel central en su obra gráfica. Esta gran hoja, fechada el 18 de septiembre de 1967 y numerada "II", representa a un joven barbudo desde un ángulo extremadamente cercano; el encuadre se detiene justo por encima de sus hombros. Mirando ligeramente hacia la derecha, aparece sobre un fondo de tinta negra que se funde con el lado izquierdo de su rostro, en sombra. Con un lápiz blanco de mina blanda, aplicado espontáneamente y sin ninguna de las deformaciones que tanto le gustaban, Picasso añade características físicas a su modelo: una frente ligeramente redondeada, dos grandes ojos expresivos, una nariz recta, una boca de labios gruesos y una barba poblada. La vista de tres cuartos y el fondo oscuro evocan la pintura flamenca y holandesa, así como la pintura española del siglo XVII, que Picasso examinó ampliamente en su madurez artística. Pero la gran dulzura y el candor psicológico que emanan de esta figura de cabeza de hombre, que tiene la intensidad plástica de un cuadro, evocan quizá aún más al Baldassare Castiglione (1514-1515) de Raphaël, en el Museo del Louvre, en el que el artista retrata la encarnación más perfecta del gentiluòmo (caballero) del Renacimiento italiano: el cortesano descrito en El libro del cortesano de Castiglione, que expresaba su rica vida sentimental con discreción, un ideal al que seguramente aspiraba Picasso.

paris, Francia

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