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Descripción

Excepcional Arcángel San Miguel sometiendo al Diablo, escuela virreinal colonial de Quito, Ecuador, mediados del siglo XVII. Excepcional y nuevo en el mercado grupo escultórico tallado en madera tropical policromada y dorada, con base de madera ebonizada. La presente obra, inédita y nueva en el mercado de subastas y arte, destaca por la minuciosidad en sus detalles y sus vivos dorados y colores, tan característicos de la Escuela Quiteña, podemos observar, en el plano superior, al Arcángel San Miguel sosteniendo con su mano derecha una espada y un escudo con su mano izquierda en el que apreciamos la leyenda Q.C.D (Quien Como Dios) en clara alusión a la figura de este Arcángel como símbolo contra la herejía y la idolatría en el Nuevo Mundo. Mientras, su mirada se centra en el suelo, dirigiéndose al Maligno, sobre el que descansa su pie izquierdo. En la Nueva España su devoción se generalizó y su figura fue utilizada por la Iglesia católica como símbolo contra la idolatría y el politeísmo de algunas culturas indígenas; también se le asoció con la evangelización y fue tomado como patrono de las lenguas desde la época de los primeros asentamientos españoles en América. Mientras tanto, su mirada se centra en la tierra. Bibliografía de referencia: Maquivar, María Del Consuelo, La Escultura Religiosa en Nueva España, Ediciones Conaculta, EAN 9789701856161.Dimensiones totales con peana: 57 x 20 x 11 cm, San Miguel mide: 47 x 20 x 7 cm. Procedencia: Finca de familia catalana, Barcelona, España.

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Excepcional Arcángel San Miguel sometiendo al Diablo, escuela virreinal colonial de Quito, Ecuador, mediados del siglo XVII. Excepcional y nuevo en el mercado grupo escultórico tallado en madera tropical policromada y dorada, con base de madera ebonizada. La presente obra, inédita y nueva en el mercado de subastas y arte, destaca por la minuciosidad en sus detalles y sus vivos dorados y colores, tan característicos de la Escuela Quiteña, podemos observar, en el plano superior, al Arcángel San Miguel sosteniendo con su mano derecha una espada y un escudo con su mano izquierda en el que apreciamos la leyenda Q.C.D (Quien Como Dios) en clara alusión a la figura de este Arcángel como símbolo contra la herejía y la idolatría en el Nuevo Mundo. Mientras, su mirada se centra en el suelo, dirigiéndose al Maligno, sobre el que descansa su pie izquierdo. En la Nueva España su devoción se generalizó y su figura fue utilizada por la Iglesia católica como símbolo contra la idolatría y el politeísmo de algunas culturas indígenas; también se le asoció con la evangelización y fue tomado como patrono de las lenguas desde la época de los primeros asentamientos españoles en América. Mientras tanto, su mirada se centra en la tierra. Bibliografía de referencia: Maquivar, María Del Consuelo, La Escultura Religiosa en Nueva España, Ediciones Conaculta, EAN 9789701856161.Dimensiones totales con peana: 57 x 20 x 11 cm, San Miguel mide: 47 x 20 x 7 cm. Procedencia: Finca de familia catalana, Barcelona, España.

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Base d'asta 9 000 EUR

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barcelona, Spagna
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JUAN ANTONIO FRÍAS Y ESCALANTE Córdoba, 1633 - Madrid, 1669). "San Miguel Arcángel sometiendo al demonio". Óleo sobre lienzo. Revestido. Agradecemos al Dr. Alvaro Pascual Chenel, su ayuda para confirmar la autoría del maestro. Bastidor de principios del siglo XX. Medidas: 82 x 56 cm; 95 x 69 cm (marco). Álvaro Pascual Chenel es Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Bolonia y en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares. Su principal línea de investigación se centra en la imagen del poder en el arte español de la Edad Moderna. Ha publicado numerosos estudios, como el artículo sobre Juan Antonio Frías y Escalante. En este lienzo vemos la representación de San Miguel sometiendo al diablo, de pie sobre su cuerpo, empuñando una espada, en un escenario poco definido, pero que se adivina terrenal por las nubes que se vislumbran y la orografía de la zona inferior. La composición es dinámica y escenográfica, y sigue un modelo muy frecuente en el Barroco, con el santo con atuendo de soldado romano, de cuerpo entero, ocupando la mayor parte de la superficie pictórica. Según la tradición, San Miguel es el jefe de la milicia celestial y defensor de la Iglesia. Precisamente por eso lucha contra los ángeles rebeldes y el dragón del Apocalipsis. También es psicopompo, es decir, guía a los muertos y pesa las almas el día del Juicio Final. Los estudiosos han relacionado su culto con el de varios dioses de la antigüedad: Anubis en la mitología egipcia, Hermes y Mercurio en la mitología clásica, y Wotan en la mitología nórdica. En Occidente, el culto a San Miguel comenzó a desarrollarse a partir de los siglos V y VI, primero en Italia y Francia, y luego se extendió a Alemania y al resto de la cristiandad. Las iglesias y capillas dedicadas a él son innumerables en torno al año 1000, en relación con la creencia de que en esa fecha llegaría el Apocalipsis. Sus templos suelen estar situados en lugares elevados, ya que se trata de un santo celestial. Los reyes de Francia le rindieron una veneración particular a partir del siglo XIV, y la Contrarreforma le convirtió en cabeza de la Iglesia contra la herejía protestante, dando un nuevo impulso a su culto. San Miguel Arcángel es un santo militar, y por tanto patrón de los caballeros y de todos los oficios relacionados con las armas, así como de la balanza, por su papel de juez apocalíptico. Su iconografía es de una riqueza considerable, pero relativamente estable. Por regla general, aparece con atuendo de soldado o caballero, empuñando una lanza o espada y un escudo, generalmente decorado con una cruz, aunque aquí lleva la leyenda "QVDOS". Cuando lucha contra el dragón, lo hace a pie o en el aire, lo que le distingue de San Jorge, que casi siempre va a caballo. Sin embargo, la gran diferencia entre ambos santos son las alas de San Miguel. Miembro de la llamada "generación truncada", Antonio Frías y Escalante fue discípulo de Francisco Rizzi, con quien trabajó desde muy joven. La brevedad de su vida le impidió desarrollar una madurez artística que augurara grandes logros, como esperaban sus contemporáneos, pero desde el principio sus obras muestran su admiración por Venecia, especialmente por Tintoretto y Veronés. Así, sus seguidores tomarían de él su característica y personal gama cromática, centrada en los colores fríos, una paleta muy depurada de rosas, azules, grises y malvas, que vemos en parte en este lienzo, especialmente en los paños y flores que rodean la composición, aunque aquí los tonos fríos se compensan con la calidez de los dorados y carmines. También será típica de Escalante la pincelada ligera, delicada, casi transparente, en la que se manifiesta el ejemplo de Tiziano.