Null FERNANDO BAÑOS (1948) Pintor sevillano 
GEUM RIVALE, 2003
Cera y acuarela s…
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FERNANDO BAÑOS (1948) Pintor sevillano GEUM RIVALE, 2003 Cera y acuarela sobre papel Realizado sobre papel, representa un motivo floral a modo de tulipán con perforaciones a ambos lados. Presenta al lado izquierdo inscripción, por parte del autor, con las palabras "planta forma" a la izquierda, mientras a la derecha figura "forma planta". Firmado en el ángulo inferior derecho. Al dorso, firmado, titulado y fechado, con etiqueta de la Galería Jorge Ontiveros, Madrid. Enmarcado Medidas con marco: 148 x 106 cm

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FERNANDO BAÑOS (1948) Pintor sevillano GEUM RIVALE, 2003 Cera y acuarela sobre papel Realizado sobre papel, representa un motivo floral a modo de tulipán con perforaciones a ambos lados. Presenta al lado izquierdo inscripción, por parte del autor, con las palabras "planta forma" a la izquierda, mientras a la derecha figura "forma planta". Firmado en el ángulo inferior derecho. Al dorso, firmado, titulado y fechado, con etiqueta de la Galería Jorge Ontiveros, Madrid. Enmarcado Medidas con marco: 148 x 106 cm

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Escuela española del siglo XVI. Círculo de FRANCISCO DE ZURBARÁN (Fuente de Cantos, Badajoz, 1598 - Madrid, 1664). "Virgen con el Niño Salvator Mundi". Óleo sobre lienzo. Redibujado a finales del siglo XVIII. Medidas: 111 x 85 cm; 120 x 93 cm (marco). La estela de la pintura mariana de Zurbarán se manifiesta en esta obra de Cristo como "Salvator Mundi", iconografía que representa el concepto cristológico de Jesucristo como salvador universal, en relación con su papel de juez en el Juicio Final y con su carácter de Redentor. El canon monumental de la Virgen y el Niño, su presencia escultórica, se ha logrado mediante un sutil modelado de luz. La ternura melancólica de los rostros y el modo en que las figuras emergen enfáticamente de un fondo brumoso revelan la influencia de Zurbarán. Francisco de Zurbarán se formó en Sevilla, donde fue discípulo de Pedro Díaz de Villanueva entre 1614 y 1617. Durante este periodo tuvo la oportunidad de conocer a Pachecho y Herrera y de establecer contactos con sus contemporáneos Velázquez y Cano, aprendices como él en la Sevilla de la época. Tras varios años de aprendizaje diverso, Zurbarán regresó a Badajoz sin someterse al examen gremial sevillano. Se instaló en Llerena entre 1617 y 1628, donde recibió encargos tanto del municipio como de diversos conventos e iglesias extremeñas. En 1629, por insólita sugerencia del Consejo Municipal, Zurbarán se instala definitivamente en Sevilla, iniciando la década más prestigiosa de su carrera. Recibió encargos de todas las órdenes religiosas presentes en Andalucía y Extremadura, y finalmente fue invitado a la corte en 1934, quizá por sugerencia de Velázquez, para participar en la decoración del gran salón del Buen Retiro. De regreso a Sevilla, Zurbarán continuó trabajando para la corte y para diversas órdenes monásticas. En 1958, probablemente impulsado por las dificultades del mercado sevillano, se traslada a Madrid. Durante este último periodo de su producción realizó lienzos de devoción privada de pequeño formato y refinada ejecución. Zurbarán fue un pintor de realismo sencillo, excluyendo de su obra la grandilocuencia y la teatralidad, e incluso podemos encontrar cierta torpeza a la hora de resolver los problemas técnicos de la perspectiva geométrica, a pesar de la perfección de su dibujo de anatomías, rostros y objetos. Sus composiciones severas y rigurosamente ordenadas alcanzan un nivel excepcional de emoción piadosa. En cuanto al tenebrismo, el pintor lo practicó sobre todo en su primera época sevillana. Nadie le supera en su manera de expresar la ternura y el candor de los niños, las jóvenes vírgenes y los santos adolescentes. Su excepcional técnica le permitió también representar los valores táctiles de lienzos y objetos, lo que le convirtió en un excepcional pintor de naturalezas muertas.

Atribuido a ANTONIO MARIA ESQUIVEL Y SUÁREZ DE URBINA (Sevilla, 1806 - Madrid, 1857). "Estudio académico". Óleo sobre lienzo. Revestido. Procedencia: Colección privada en Bélgica. Con permiso de exportación. Medidas: 103 x 82 cm; 126 x 104 cm (marco). El retrato muestra una fisonomía del caballero caracterizada por el verismo y la pincelada detallada, con pulso de miniaturista. Una hoja de higuera cubre sus partes íntimas. La postura en movimiento insufla vida al cuerpo, a lo que contribuyen la pronunciada musculatura y el rostro concentrado, ya que cada elemento está resuelto con extrema precisión. Esquivel fue el pintor más representativo y prolífico del Romanticismo sevillano y uno de los más destacados de su época en España. Su vida fue un verdadero alegato romántico; perdió su fortuna tras la muerte de su padre, quedó huérfano y pobre, y a los diecisiete años se alistó contra la causa absolutista del duque de Angulema, y no vivió cómodamente hasta que se trasladó a Madrid en 1831. Sin embargo, en 1838 regresó a Sevilla, donde poco después perdió la vista. Curado en 1840, regresó a Madrid, donde trabajó hasta su muerte. Formado en la Academia de Bellas Artes de Sevilla, fue nombrado pintor de cámara en 1843 y miembro de la Real Academia de San Fernando en 1847, colaboró en las publicaciones "El siglo XIX" y "El Panorama" y fue miembro del Liceo Artístico y Literario. Fue profesor de la Academia de San Fernando de Madrid, lo que le llevó a publicar las monografías de José Elbo y Herrera el Viejo (1847) y su "Tratado de anatomía práctica" (1848). También fue crítico de arte y escribió sobre pintura histórica y los nazarenos alemanes. Como pintor se identificó plenamente con el Romanticismo, que expresó a través del sentimiento y la corrección estética de su obra. Su estilo, en parte ecléctico, se caracteriza por una gran maestría técnica que consigue equilibrar armoniosamente la corrección del dibujo y la calidad de los colores. Aunque trató temas muy variados, el retrato constituye una parte esencial de su carrera. Además de su mérito artístico, sus retratos ilustran la sociedad de su tiempo con rigor histórico, sin descuidar los valores afectivos. Recibió numerosos encargos de retratos en diversos formatos, y también realizó varios autorretratos, uno de los cuales se encuentra en el Museo del Prado. También realizó retratos de grupo, que reflejan su fascinación por el barroco holandés y sus retratos de empresa. En cuanto a los temas religiosos, fue seguidor de Murillo, en relación con su propia condición de sevillano. Sus cuadros de historia tenían un carácter muy personal, literario y teatral, fruto del ambiente romántico en el que vivió. Entre sus distinciones oficiales destacan la placa del Sitio de Cádiz y la Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica. En 2006, en conmemoración de su segundo centenario, la Academia de Bellas Artes de Sevilla, en colaboración con la Fundación El Monte, celebró una exposición retrospectiva dedicada a su obra. Está representado en el Museo del Prado, el Ayuntamiento de Huesca, el Museo Lázaro Galdiano, el Museo de Bellas Artes de Sevilla, los Museos Romántico y Naval de Madrid, la Biblioteca Nacional y el Museo de Santa Cruz de Toledo, entre otros muchos.