MANUEL MARTÍN NIETO (Morón de la Frontera, 1978). "Piedad". Talla en madera de cedro, policromada. Medidas: 160 x 140 x 80 cm. El virtuosismo de Manuel Martín Nieto queda patente en esta subyugante escena de la Piedad. El cuerpo exánime y el rostro delgado de Cristo expresan en cada porción de piel su historia de sufrimiento y perdón. La Virgen, a su vez, parece cobrar vida ante nuestros atónitos ojos por la insuperable factura y el patetismo neobarroco que transmite. Escultor con taller en la localidad sevillana de Morón de la Frontera con más de 20 años de experiencia en escultura religiosa y profana. Desde su infancia destacó en el dibujo y con tan solo 13 años fue aprendiz del gran tallista Manuel Guzmán Bejarano. Posteriormente recibió las enseñanzas de Manuel Hernández León y José Antonio Navarra Arteaga, siendo este último el que más influyó en mis obras.Manuel Martín Nieto es uno de los máximos responsables del intenso brote naturalista que caracteriza la evolución y brillante transformación de la escultura neobarroca andaluza en las dos primeras décadas del siglo XXI. Establecido en Morón de la Frontera, su actividad se proyecta por toda Andalucía y gran parte de España, con notas de calidad que le distinguen y avalan en el nutrido grupo de los grandes escultores sevillanos de nuestro tiempo. Su formación material en los talleres de Manuel Guzmán Bejarano, Manuel Hernández León y José Antonio Navarro Arteaga, le proporcionó un sólido dominio del oficio, condición indispensable para el desarrollo de un estilo y maestría personales a los que ha llegado tras dos décadas de trabajo ininterrumpido. Con ellos se inició en la estética neobarroca, a la que siempre ha mostrado un profundo aprecio; sin embargo, varios factores le distinguen de sus maestros y de otros escultores contemporáneos afines. En un sentido estricto del concepto neobarroco de la escultura, hay que destacar el interés de Manuel Martín Nieto por referentes ajenos al contexto sevillano, como el gran escultor castellano Luis Salvador Carmona, decisión que le distingue de todos sus contemporáneos y que sólo tiene el antecedente de Antonio Eslava Rubio, uno de cuyos modelos fue Francisco Salzillo. Esta amplitud de miras dentro de los parámetros marcados por el movimiento neobarroco no es común y es una nota característica que lo define.